Berango y Durango hacen de la Pasión un espectáculo vivo

Aunque la fama se la lleva la de Balmaseda, Vizcaya cuenta con otras tres pasiones vivientes de referencia: las de Durango, Berango y Arkotxa, un barrio del municipio de Zaratamo. En total, centenares de personas saldrán mañana a la calle para recrear los últimos momentos de la vida de Jesús. Con diferentes guiones, en un solo escenario o manteniendo un itinerario, los voluntarios de estas localidades buscan ofrecer todo el dramatismo que se vive en los pasajes evangélicos.

En Berango, la Pasión se puso en marcha en 1980, cuando vecinos vinculados a la Asociación de Arte Escénico animaron a un grupo de catequistas de la parroquia del pueblo. Con la dirección artística en aquel primer momento de Fernando Ansoleaga, la representación ha ido depurándose durante estos años hacia una puesta en escena más literaria que espectacular. Como se recoge en el libro La Semana Santa en Vizcaya, "el sufrimiento es más sugerido que practicado en vivo. Interesa más que el público capte a lo largo de la representación el mensaje evangélico y la carga cultural histórico-social".

Los actos comienzan a las nueve y media de la noche frente a la fachada del Ayuntamiento, aunque luego recorre otros escenarios, como el jardín de la casa de la ganadera Dolores Aguirre, una de las más activas colaboradoras. La iluminación y el sonido resultan parte fundamental de los distintos cuadros escénicos. Durante unas tres hora y media, las calles de la localidad acogen desde la entrada en Jerusalén hasta el descendimiento y la impactante escena de la Piedad.

En Durango, por contra, la Pasión se representa en un solo escenario: la plaza de Santa Ana, frente a la iglesia. De origen inmemorial (hay constancia documental de su celebración en 1594 y 1603), la actual recreación de la muerte de Cristo se realiza a partir de un libreto de Basilio Arana. En estos siglos, la Pasión duranguesa se ha comportado como un Guadiana, apareciendo y desapareciendo en función de las energías de la población. Desde hace unos 15 años, se ha vuelto a representar, con la colaboración de unas 150 personas y de un público fervoroso que actúa como si fuera un actor más dado el recogimiento que imprime el escenario.