Messiaen y Bach inspiran la semana de Cuenca
La historia de la música universal tiene dos épocas: antes y después de Bach. Fue él quien elaboró la arquitectura de nuestros oídos, quien implantó el gran canon de la emoción y el intelecto para el lenguaje del sonido. Pero el alimento, las influencias del genio fueron varias. Las primeras tres jornadas de la Semana de Música Religiosa de Cuenca han resultado un repaso curioso y estimulante por varios paisajes de la historia de la música antes de Bach.
La semana se abrió el viernes con la representación de La paz universal o el lirio y la azucena, auto sacramental de Calderón de la Barca en el que música, teatro y danza dieron idea de otro germen, el de la ópera. Pero en la intimidad y la sencillez es donde se ha escondido la grandeza de estos primeros días del festival en Cuenca. Sobre todo en el concierto de ayer en la capilla del Espíritu Santo.
Ideas y destellos
En este aledaño de la catedral, entre las tumbas de herederos de Diego Hurtado de Mendoza, el clavecinista belga Hermann Stinders guió al público hacia la música de Johann Jacob Froberger (1616-1667). A través del instrumento barroco, el intérprete explicó con su ejecución muchos de los destellos, las intuiciones y las ideas que luego, bajo la mente y la sensibilidad poderosa de Bach, marcarían el futuro de la música. Por la tarde, el pianista británico Peter Donohoe, artista residente este año, siguió la senda de Bach, pero sobre todo transitó por el territorio de Oliver Messiaen, otro hijo del genio barroco que le reivindicó con fuerza en el siglo XX, en el primer recital de los cuatro con obras del francés como eje de su peregrinaje a La Mancha.
El día anterior, en la catedral, el arte polifónico y pulcro del Ensamble Gilles Binchois, dirigido por Dominique Vellard, esgrimía y mostraba el poder de los maestros del Renacimiento españoles -otra de las grandes influencias en Bach- con partituras propias del archivo conquense. Las obras de Morales, Tomás Luis de Victoria y Juan de Castro y Malagaray sonaron con una limpieza que acompañaba la luz tamizada por las fascinantes vidrieras de Bonifacio, Gustavo Torner, Gerardo Rueda...
Pero la huella de Bach explotará sobre todo mañana con la actuación de John Eliot Gardiner. El director del Coro Monteverdi y del English Baroque Soloist, referencia absoluta en el mundo de la música barroca, interpretará La pasión según San Juan.
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