Rajoy, el líder de hoy
Presenta Esperanza Aguirre en la Sala de Cultura del Círculo de Lectores El camino de la concordia. De la cárcel al Parlamento, del político popular Gabriel Elorriaga F., un magnífico libro, según sus palabras, que me parecen justas. Y el libro viene bendecido -voz que me imagino que le gustará a la presidenta de la Comunidad de Madrid, que utilizó en el acto un par de símiles religiosos- por un prólogo de Mariano Rajoy Brey, a quien los ciudadanos españoles conocen más bien por su nombre de pila y sólo primer apellido: Mariano Rajoy, sin duda nuestro político con mayor afición al ciclismo. Sin ir más lejos, el arriba firmante conoció a Mariano Rajoy en el Consejo Superior de Deportes en la presentación del libro Cuentos de ciclismo, que publicó la editorial Edaf. Y, ya llevado por la memoria, como le ha ocurrido a Elorriaga F. cuando ha escrito este libro, pero con la diferencia de que yo voy a escribir unas pocas líneas y él ha escrito casi 300 páginas espléndidas, también recuerdo que conocí en aquella ocasión a dos ídolos del deporte: Federico Martín Bahamontes, el primer español que ganó un Tour, y al madridista Emilio Butragueño.
El metro que ha llegado a Alcorcón, Móstoles y Getafe ha debido de dar votos al PP
La mención expresa de la concordia en el título debería darnos esperanza
Mariano Rajoy se despidió con un ambiguo "adiós" la noche amarga para él y para sus hinchas en que perdió las elecciones. Pero, en dos días, emergió del Gólgota y nos dio la buena noticia de que no sólo no tira la toalla, sino que, tras la derrota, vuelve a la carretera y nos dice, literalmente, que está dispuesto a ser el primero en el próximo Tourmalet de las elecciones del 2012. Zapatero debería, pues, estudiarse bien el itinerario del Tour, como hacía Induráin, para no verse desbancado por un rival que ha demostrado que es un experto en crispar el pedal.
Y también como Miguel Induráin, Mariano Rajoy nos dejó claro que él va a elegir su propio equipo. ¿Qué trinaron las aciagas cornejas del monte de El Pardo, tan amado por las huestes del PP, en cuanto oyeron la palabra equipo? Las cornejas enviaron un SMS a Zaplana anunciándole que se apresurara a renunciar a su cargo de portavoz en el Congreso y que, de paso, le pasara el mensaje a Ángel Acebes. Zaplana, pues, se va, como, por otra parte, ya lo había anunciado antes de navidades, y Esperanza Aguirre, sabiamente, se apunta al equipo de Rajoy tras su extraordinario éxito en las últimas elecciones. Votan ya al PP municipios del cinturón rojo -hace unos días fui al teatro García Lorca de Getafe en metro y descubrí la maravilla de Metrosur- y ése es un dato de éxito incuestionable de la presidenta de la Comunidad de Madrid. El metro que ha llegado a Alcorcón, Móstoles y Getafe, municipios situados a unos 20 kilómetros de Madrid, ha debido de dar muchos votos al PP. También el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, pasa página en el tema de su lógico y, por su tamaño, cibelesco enfado, originado aquel nefasto 15 de enero en que le dijo a Rajoy que dejaba la política, y ahora también se une al equipo del presidente del PP.
El prólogo de Rajoy a El camino de la concordia, por la mención expresa de la concordia en el título, debería quizá darnos alguna esperanza de que, en esta legislatura, el PP va a hacer una oposición no tan destructiva como la ejercida en la anterior. Elorriaga F. cuenta en primera persona medio siglo de política española situando su inicio en la crisis universitaria de 1956. Él fue una de las siete personas -entre ellos, Javier Pradera, Múgica, Tamames, Sánchez Dragó- encarceladas con motivo de aquella célebre crisis. Entonces representantes de diversas opciones políticas se unieron por primera vez con un propósito común de apertura política. El capítulo 2 -El campus municipal- nos sitúa en el escenario de aquella crisis que tuvo una gran repercusión callejera. La Universidad de 1956 tenía por campus el centro de Madrid. En la calle de San Bernardo estaba la facultad de Derecho, la sede clave de los sucesos, y en la planta baja del edificio funcionaba la facultad de Ciencias Políticas y Económicas. En la calle de Atocha estaba la facultad de Medicina, y en lo que hoy es Museo Reina Sofía tenía su sede su hospital adjunto. En Embajadores estaba la facultad de Veterinaria. A la Ciudad Universitaria se habían trasladado varias facultades, y allí la vida estudiantil era más tranquila.
Escribió el poeta griego Yorgos Seferis que la memoria duele toques donde la toques. La madurez mental consiste en poder ir a buscar los huesos de todos los muertos, sin distinción de ideologías, sin por ello ponernos nerviosos. Este excelente libro debería ayudarle al PP a comprender que España es ya un país maduro para, desde la concordia, terminar de enterrar a los muertos de la Guerra Civil.
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