Casi 1.100 millones en tres proyectos viarios en marcha
Tras abrir el Cadagua, prosiguen la 'Supersur' y la ampliación de la A-8
La apertura ayer del último tramo del corredor del Cadagua supone la conclusión de la primera de las grandes infraestructuras viarias lanzadas por la Diputación de Vizcaya en los últimos años. El territorio vizcaíno se encuentra en el momento de mayor inversión en carreteras de su historia, sobre todo por la Supersur, el vial más caro de Euskadi con una inversión global en sus tres fases de 1.290 millones, al que se une la ampliación de dos a tres carriles de la autopista A-8 entre Basauri e Iurreta (22 kilómetros de longitud). La autovía del Cadagua, la primera fase de la Supersur y la ampliación de la A-8 suponen casi 1.100 millones de coste.
- Una vía rápida a Las Encartaciones. El corredor del Cadagua, completado ayer, es el regalo largamente esperado para la comarca más aislada de Vizcaya, la de las Encartaciones. La abrupta orografía había convertido en un suplicio la comunicación viaria desde Bilbao, especialmente por el éxodo cada vez más masivo de los vizcaínos hacia el norte de Burgos, lo que causaba largas retenciones todos los fines de semana. La progresiva apertura de tramos esta década ha ido aliviando el tráfico, despejado desde ayer con la puesta en servicio del último tramo, entre Arbuio y Sodupe.
El corredor del Cadagua supone todo un regalo para las Encartaciones
La primera de las tres fases de la 'Supersur' cuesta 650 millones
Se han necesitado 21 años de obras y una inversión de 257 millones de euros para un vial de 37 kilómetros que une Bilbao y dicha comarca. La autovía dará servicio a una población de cerca de 50.000 personas y acercará a Bilbao unos municipios cuyos vecinos tardaban en los años ochenta una hora en llegar en coche a la capital. Con el corredor completo, localidades como Balmaseda se sitúan a escasos 17 minutos de Bilbao, Zalla a 14 minutos y Alonsotegi a menos de cuatro, en circunstancias ideales de tráfico.
El proyecto ha resultado muy complejo, especialmente el tramo de la variante de Alonsotegi, abierto hace ahora un año. "Ha sido la obra técnicamente más compleja en la historia de las carreteras de Vizcaya", subrayó entonces el diputado general, José Luis Bilbao. Los datos lo corroboran: dos voladuras cada tres días (más de 400 en los 31 meses de trabajos), se han empleado medio millón de kilos de explosivos, se han ejecutado nueve estructuras entre túneles y viaductos y ha sido preciso utilizar 35 kilómetros de bulones para sujetar las laderas.
En este tramo, de 4,4 kilómetros, los desmontes han alcanzado los 75 metros de altura. En una zona ha habido que construir un viaducto, no previsto en el proyecto, porque se producía un corrimiento de tierras hacia la actual carretera BI-636.
El tramo abierto ayer no resultó más sencillo. El verano pasado, tras varias jornadas con lluvias intensas, se produjo un derrumbe de 400.000 metros cúbicos de tierras, que retrasó su puesta en servicio, prevista para septiembre pasado.
- La 'Supersur', el intento de aliviar la A-8. Es la carretera más cara jamás proyectada en Euskadi: 1.290 millones de euros en total para 36 kilómetros, una inversión pública sólo superada por la Y ferroviaria. El objetivo es aliviar la saturada A-8 a su paso por el área metropolitana de Bilbao.
El primer esbozo de la oficialmente conocida como Variante Sur Metropolitana se remonta a 1988, pero fue desechada entonces por su alto coste y los grandes impactos medioambientales. Con la progresiva saturación de la A-8, la Diputación la consideró fundamental para evitar un caos en el tráfico en los accesos a la capital vizcaína.
El proyecto se ha dividido en tres fases. Primero se acometerá la más cercana a la capital, entre Bilbao y Portugalete, ahora en marcha, que se pretende culminar para 2011. A partir de 2012, aunque todavía sin fechas definidas, se adjudicarán la segunda fase (Arrigorriaga-Galdakao) y la tercera (Trapagaran-Muskiz). La primera fase supone una inversión de más de 650 millones de euros para 10 kilómetros de trazado, de los que ocho discurrirán a través de túneles. Un total de 16 empresas, distribuidas en cuatro uniones temporales, se encargan de los trabajos. Entre ellas se encuentran las principales constructoras vascas, como Murias, Altuna y Uria, Otaduy, Urazca o Afer.
La Supersur es el primer proyecto viario en Euskadi que utiliza una nueva fórmula de contratación a precio cerrado, que supone el traslado de la responsabilidad a los constructores, quienes deberán asumir posibles sobrecostes y la demora en los plazos de ejecución.
La institución foral mantiene su intención de que la primera fase de la Supersur esté en funcionamiento en 2011. La autovía será de peaje -habrá dos cabinas y un centro de control en Bilbao- y el canon será más elevado que el de la A-8. No hay cifras concretas, pero variará en función de horarios y trayectos para incentivar los viajes de largo recorrido. La Diputación pretende que absorba 42.000 vehículos diarios y que sea utilizada de manera obligatoria por el transporte pesado que ahora transita por la A-8.
- Una autopista ampliada a tres carriles. El tercer gran proyecto viario en marcha es la ampliación de la autopista A-8, cada vez con un mayor tránsito de vehículos. De los 30 kilómetros del tramo vizcaíno, cerca de 22 -entre Basauri e Iurreta- dispondrán de un tercer carril para 2010, cuando se encuentra prevista la conclusión de las obras. Hoy en día, casi todo este tramo tiene finalizada su ampliación, salvo cerca de un kilómetro a su paso por Amorebieta.
La asunción de la gestión de la Bilbao-Behobia por las diputaciones de Vizcaya y Guipúzcoa en junio de 2003 -y con ello el cobro de los peajes- les ha permitido a las dos instituciones forales disponer de unos ingresos sustanciales -superan los 75 millones anuales- para sufragar estas ampliaciones.
La Diputación vizcaína tiene pendiente además la extensión del tercer carril hasta Berriz, para conectar con el corredor de Kanpazar hacia el interior de Guipúzcoa, un proyecto que deberá esperar todavía a la próxima década.
Las obras de la ampliación de la A-8 también se acometen en la parte guipuzcoana, donde la inversión supera los 300 millones de euros, puesto que el tercer carril se extenderá en un total de 53 kilómetros. El proyecto global en territorio de Guipúzcoa no concluirá hasta el año 2019, después de que en 2005 se decidiese retrasar la fecha prevista de 2012 para reducir las molestias a los usuarios. La Diputación de Guipúzcoa se marcó agilizar la ampliación de San Sebastián a Zarautz, localidad desde donde baja la intensidad de tráfico en la A-8.
- La conexión directa de las dos autopistas. Más retrasada marcha la construcción de la autovía que debe conectar directamente las autopistas A-8 y A-68, en los municipios de Zaratamo y Arrigorriaga. Es una obra pendiente desde los años 90 y que origina un punto negro en las salidas vacacionales.
Son apenas seis kilómetros que se convierten en un embudo para quienes transitan entre la autopista Bilbao-Behobia (A-8) y la Bilbao-Zaragoza (A-68). Los vehículos provenientes de Vitoria y Zaragoza por la A-68 que quieran dirigirse a San Sebastián o Francia tienen que salir de la autopista y tomar la BI-625 en Arrigorriaga para incorporarse en Basauri a la A-8.
El acceso renovado a la capital
El nuevo acceso a Bilbao por San Mamés remata las grandes obras viarias en marcha en Vizcaya. Si se mantienen las últimas previsiones, que sistemáticamente se han incumplido, estaría disponible en 2012. Las obras no han comenzado, aunque se espera su inicio para finales de año.
Sustituirá al acceso de Sabino Arana, el más transitado en la capital vizcaína, con más de 70.000 vehículos diarios. Su coste ha ido subiendo cada vez más hasta llegar a triplicarse. De los 60 millones de euros que se manejaron hace cinco años, se ha pasado a los 160 millones. Su construcción permitirá derribar el viaducto de Sabino Arana, una vieja reivindicación de los vecinos de la zona, y la recuperación de este área para la ciudad.
El proyecto se ha modificado sustancialmente, ya que a su inicio iba a tener ocho carriles en dos sentidos y ahora se ha quedado en cuatro. Además, se ha atendido parte de las reivindicaciones vecinales para que el vial fuese soterrado, aunque no en su totalidad, como pedían los residentes.
Las obras presentan muchas dificultades, pues afectarán a la ya saturada A-8. La Diputación pretende mantener los dos carriles actuales con una menor anchura para minimizar las afecciones.
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