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17 horas de cola en el Registro Civil Central para pedir un papel

La huelga de funcionarios de Justicia obliga a los ciudadanos a dormir al raso

Se llaman Marta, Laia, Mohamed y Braulio. Pero ayer no tenían nombre. Eran números. El 1, el 12, el 7 y el 13. Las personas duermen en sus camas, en sus casas. Los números, ayer, tuvieron que hacerlo en la calle. Sólo eran las once de la noche y a Marta Mejía, dominicana nacionalizada española, ya le dolía todo. "Sufro de artrosis", sonreía con resignación, ovillada bajo varias capas de ropa. Aún le quedaban 10 horas por delante. Sentada sobre cartones, sin un aseo en metros a la redonda, pero sintiéndose afortunada.

"Llegué pronto y tengo el número uno", dice con aplomo agitando un sobre marrón garabateado. Es una lista. La lista. A medida que avance la noche, se irá completando hasta llegar al 35. Ni un número más podrá entrar en el Registro Civil Central de la calle de la Montera. Los funcionarios llevan cinco semanas en huelga. Si antes atendían a 150 personas, ahora sólo dejan pasar a 35. Marta, de 57 años, se lamenta de que no hagan excepciones. Su marido, español, murió el sábado pasado. Su madre, mientras, agoniza en Santo Domingo. "Estaba entre dos muertos y no sabía qué hacer. No podía dejar a mi marido y ahora temo no llegar a tiempo para ver a mi madre". Necesita pedir la partida de matrimonio, celebrado en el extranjero, para tramitar la pensión de viudedad antes de coger un avión a la República Dominicana. Su situación, extrema, no la salva de la cola. "Pregunté si me podían hacer el favor y me señalaron la fila", cuenta. En Montera se impone la autogestión. El primero que llega empieza la lista. Marta, bien pertrechada con bolsas -ropa de abrigo, comida, un termo de leche caliente para desayunar...-, va apuntando a los siguientes.Mohamed Abdallah, de 45 años, lleva en España más de 20. Esta noche será el número 7. Llega poco antes de las siete de la tarde. Con la lección aprendida. Es la cuarta vez que coge el coche desde Mondéjar (Guadalajara) y se planta en Madrid para solicitar las partidas de matrimonio y de nacimiento de su hija. Recién casada en Marruecos, quiere traerse a su marido. "Entiendo la huelga", dice conciliador, "porque ellos tienen sus derechos, pero la sufrimos nosotros. Ellos duermen en su casa y nosotros en la calle". Irrefutable.

La vigilancia mutua es férrea. El que se hace el listo y se va a dormir, se queda sin número. Mohamed, que no le quita ojo a una neverita en la que guarda su insulina, ayuda a Marta a pasar lista. "¡El cuatro!". Nadie contesta. Alguien dice que se ha ido. "Espérense, a lo mejor está haciendo pis", ruega una voz femenina desde el fondo de la cola. Tarda demasiado. Lo borran y la numeración salta.

Laia González, catalana de 25 años, es el 12. La noche anterior apenas ha dormido porque se la ha pasado en un autobús. De Barcelona a Madrid. Ocho horas. Ha pedido tres días libres en el trabajo para venir con su marido cubano, Reynier Camejo, a pedir la partida de matrimonio. Sin ella, Reynier, que es abogado, no puede solicitar su número de identificación de extranjeros (NIE). Y sin NIE, no puede trabajar. Hace dos semanas le ofrecieron un puesto de pasante. Si les hace esperar más, se lo darán a otro. En Barcelona, el trámite podría demorarse seis meses, le aseguraron.

"Papá, a ver si vas a coger una pulmonía", le dijo su hija a Braulio Galisteo, de 68 años, al enterarse de que iba a hacer noche en la calle, en marzo, y estando operado del corazón. Le hace el favor a su hijo, que vive en Marbella y está casado con una colombiana. Su nuera necesita el certificado de matrimonio para poder trabajar. "Me han mandado todos los papeles por correo. Pero a ver. Igual me piden alguno más y tengo que volver". Como buen madrileño que es, se huele que la madrugada será fría. Se envuelve en una manta y, por encima, se echa unos cartones. Al menos no aprieta el hambre. Su mujer le ha traído cena y café hace un rato.

A su lado, Mohamed, alias número 5, también ha hecho acopio de cartones. Él viene, en autocar, desde Almería, a por una partida de nacimiento que le ha caducado. "Allí me hacían esperar", explica medio dormido ya. El viernes ha de presentar el documento en el juzgado.

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Cuando abre el registro, media hora tarde, por cierto, las articulaciones de Marta ya han soportado 17 horas de intemperie. Corren rumores de venta de números. Se confirman al aparecer dos números ocho. Entra sólo el que conocen sus vecinos de cola. El otro, un hombre de 67 años que pide no ser identificado, asegura haber pagado "20 euros a un marroquí". Necesita una partida de nacimiento para su hija y se queja de que es la quinta vez que va al registro. Volverá mañana, dice.

La paciencia de la víspera se ha agotado. Para todos. Incluso para Mohamed, quien, ya de madrugada, lideraba una animada discusión sobre Zapatero y Rajoy e ironizaba sobre que "hasta en Marruecos tarda menos el papeleo". Demasiado tiempo pasando frío y haciendo las necesidades básicas entre contenedores. "Es la primera vez que duermo fuera de casa. Soy muy miedosa. Porque está la policía, que si no, no vengo", afirma Marta. Cuenta que se ha pasado la noche sin apenas beber y que no ha tocado la cena. "No me atrevía a tomar líquidos, por si me entraban ganas de ir al baño".

Braulio se enciende: "La huelga es muy lícita, pero nos desa-tienden. No ha venido nadie, ni la Cruz Roja. No hay ni un váter portátil, nada". Puerta por puerta está la Policía Municipal. Los agentes tienen orden de no dejar pasar a nadie al baño. "Somos conscientes de la situación", admitió ayer la directora general de Registros y Notariado, Pilar Blanco-Morales. "Y nos gustaría que los sindicatos también lo fueran", añadió. En UGT aseguran que la huelga durará "lo que quiera el ministerio".

"¿Cómo es posible que pase esto en pleno año 2008, en la era de la información?", se pregunta Braulio. Mohamed sugiere que, de seguir la huelga, permitan a los que esperan quedarse en el patio del registro o utilizar los baños. Según Blanco-Morales, el edificio no tiene condiciones ni se puede garantizar la seguridad. "Confío en una solución negociada y rápida", aseguró ayer.

Laia intenta verle el lado positivo: "La gente se ha portado muy bien. Ha habido mucha solidaridad". Ha conseguido tramitar su certificado. Se lo enviarán a casa. De la solicitud que había hecho por Internet, nada se sabe. "Dicen que la dé por perdida. Que está todo colapsado". Por fin, Marta sale con los deberes hechos. Le dicen que pase a recoger su papel el 14 de abril. Lleva desde el sábado en danza, liada con el papeleo. ¿Se ha acabado la burocracia? ¿A dormir al fin? "Ahora a Pradillo, a por el acta de defunción", musita mientras se aleja calle de la Montera abajo.

Marta se prepara para pasar la noche en la cola, frente al Registro Civil Central. Son las once.
Marta se prepara para pasar la noche en la cola, frente al Registro Civil Central. Son las once.BERNARDO PÉREZ
Poco antes de las nueve, de izquierda a derecha, Braulio, Mohamed, Laia, Marta y Daniela.
Poco antes de las nueve, de izquierda a derecha, Braulio, Mohamed, Laia, Marta y Daniela.BERNARDO PÉREZ
El vigilante de seguridad entrega a Marta el primer número del día. Son las nueve y media.
El vigilante de seguridad entrega a Marta el primer número del día. Son las nueve y media.BERNARDO PÉREZ

El Registro Civil Central

- El Registro Civil Central tiene dos sedes, en la calle de la Montera (solicitud de certificados de nacimiento, de matrimonio y de defunción ocurridos en el extranjero) y en la calle de la Bolsa (donde se inscriben esos hechos).

- Los originales están en Madrid. Se pueden pedir en otros registros, que a su vez los piden al central. El trámite se puede demorar meses.

- Antes de la huelga ya había colas, pero de cinco o seis horas. En la calle de la Bolsa atendían a unas 200 personas diarias. Ahora, a menos de 20. Los certificados que se entregaban en 8 días ahora tardan un mes.

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