Obama se dispone a ampliar su cuenta de delegados en Misisipi
Hillary Clinton concentra sus esfuerzos para ganar en Pensilvania
En un momento en que cada delegado cuenta, Barack Obama parecía ayer en condiciones idóneas para hacerse con la mayoría de los 33 que debían ser elegidos en Misisipi, un Estado del sur pobre y con alto porcentaje de población negra. Hace tiempo que Bill Clinton dejó de ser "el primer presidente negro" de EE UU y que la comunidad afroamericana retiró su apoyo a Hillary Clinton para dárselo a Obama. Por eso Clinton, que tiene la estrategia de relativizar la importancia de las elecciones en las que se cree perdedora, da por descontados ya los resultados en Misisipi para concentrarse en el siguiente Estado grande y de perfil más apto para sus condiciones, Pensilvania.
El voto demócrata en Pensilvania está dominado por blancos de clase obrera
El voto demócrata en Pensilvania está dominado por los blancos de clase obrera que, junto a las mujeres y a los hispanos, le dieron la victoria a Clinton en Tejas, Ohio y Rhode Island el pasado día 5 y le permitieron su resurrección en la carrera por la candidatura presidencial.
El problema de esa estrategia es que, puesto que todos los delegados cuentan igual, Obama va tomando distancia en el número de representantes que se requieren. El sábado, con su triunfo en Wyoming, ganó siete. Ayer, en Misisipi se preveía que obtuviera otro buen puñado. Su ventaja en cuanto a delegados, de acuerdo al promedio que elabora Real Clear Politics sobrepasa los 150.
En esas condiciones se hace muy difícil para Obama aceptar la oferta de la vicepresidencia que, sin ningún disimulo, le hacen los Clinton. "Mucha gente me ha dicho que le cuesta trabajo elegir entre los dos candidatos demócratas; bien, a lo mejor pueden votar por los dos en noviembre", repite estos días Hillary Clinton en sus mítines. "El dream-team sería imbatible en noviembre", ha dicho Bill Clinton.
El objeto de esa oferta pública es, obviamente, el de disminuir la candidatura de Obama, que ha contestado con un rotundo no, gracias. "Es curioso que, según la senadora Clinton, yo no tenga experiencia para ser presidente, pero pueda ser un gran vicepresidente", comenta en sus actos el senador de Illinois.
La experiencia se ha convertido en el gran caballo de batalla en esta fase de la campaña. Clinton comprobó en Tejas y Ohio que ése es un tema que influye en el electorado e insiste en sus mítines en recalcar su dilatada experiencia política.
Algunos medios se están empezando a preguntar, no obstante, ¿qué experiencia? Una larga dedicación al seguro de salud, ciertamente. Pero, en el campo de la política exterior, el que más está en cuestión, es difícil recordar una acción destacada de la candidata demócrata. Ella menciona su participación en Irlanda del Norte, Bosnia, Kosovo y Ruanda, entre otras crisis.
En el caso del país africano, ha sido Bill Clinton quien ha confesado que decidió actuar en aquel conflicto por presiones de su mujer. En cuanto a los otros países, sólo existe constancia de algún viaje de Hillary Clinton en cumplimiento del papel tradicional de una primera dama: una reunión de mujeres por la paz en Belfast y un encuentro, en compañía de figuras del espectáculo, con las tropas norteamericanas en los Balcanes. Obama ha pedido a Clinton un mayor esclarecimiento de los acontecimientos de política exterior en los que ella dice haber estado envuelta.
Hay tiempo ahora para hacerlo. Después de Misisipi, la campaña electoral se toma un pequeño descanso hasta el 22 de abril en Pensilvania. Descanso en las urnas, que no en el campo de batalla, donde los ataques continuarán, ni en los despachos, donde esta carrera se vive ahora con tanta o mayor intensidad.
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