La venta de Spanair desata otra guerra contra Iberia en Cataluña

Los empresarios catalanes se han llevado las manos a la cabeza. José Montilla, el presidente de la Generalitat, también. Iberia está decidida a comprar Spanair, ni más ni menos que la compañía a la que le habían confiado la expansión del aeropuerto de El Prat, precisamente por el repliegue que hizo Iberia en Barcelona en favor de su participada de vuelos baratos, Clickair. Todos han salido en tromba a denunciar una operación que, a su juicio, castigará a Cataluña porque dejará en manos de Iberia la mitad del tráfico aéreo de El Prat. Y éste se perpetuará de bajo coste.

Montilla ha avanzado que la Generalitat se personará como parte interesada "con su propio informe" ante la Comisión Nacional de Competencia, si fructifica la compra, y reclama que se redistribuyan los slots (espacios de vuelos y aterrizaje) y la futura Terminal Sur de El Prat -que está previsto que compartan ambas aerolíneas con sus respectivos socios y ya supuso otra batalla contra Iberia-. La Cámara de Comercio de Barcelona, las patronales Fomento y Pimec también se oponen y exigen "neutralidad" al Gobierno. Ni ellos ni Montilla coinciden con la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, quien dijo que la opción de Iberia era "solvente" y podía "salir adelante".

Iberia, que lleva dos años de desencuentros en Cataluña, asegura que la compra de Spanair "beneficiará a Barcelona", porque le dará mayor masa crítica para operar vuelos de largo radio, algo que hasta ahora no había visto viable.

Los empresarios parecen confiar ahora a Gadair la creación de lo más parecido a una Iberia catalana. El grupo, totalmente desconocido hasta ahora, aún no ha empezado a volar, pero ha presentado una oferta vinculante por Spanair junto a un socio portugués. Reúne a varias aerolíneas (Air Ecuador, Air Nicaragua, Gadair Gulf y Hola Airlines) que empezarán a volar en junio de Barcelona a ciudades latinoamericanas sobre todo. Cuenta entre sus accionistas con empresarios del sector inmobiliario, como Santiago Sánchez y Pedro Peña, y el fondo Binsalem, de Abu Dabi.

Sánchez, que preside Gadair, llegó hace unos meses a Barcelona con sus planes bajo el brazo. Se encomendó a Jordi Portabella, de Esquerra Republicana, pese a que ya no estaba en el equipo de gobierno del Ayuntamiento, y éste le presentó a Josep Lluís Carod, consejero de la vicepresidencia; al presidente de la Cámara de Comercio, Miquel Valls, y al presidente de Turismo de Barcelona, Joan Gaspart.

Sánchez se siente bien conectado con el establishment que últimamente se ha dado en llamar "sociedad civil catalana". Valls afirmó públicamente que si Gadair requería socios inversores catalanes "lo estudiarían con interés". "Me siento muy apoyado. A mí me ha escuchado Montilla durante una hora y 40 minutos, un récord. Creo que Cataluña se merece un aeropuerto intercontinental y así se lo he dicho a todos, antes incluso de presentar oferta por Spanair", dice Sánchez. La oferta, dicen fuentes cercanas al grupo, supera a la de Iberia.

El grupo ha trasladado su sede de Madrid a Barcelona y asegura que representantes del Ayuntamiento contrastaron con Binsalem que el fondo les respalda financieramente. El fondo, además, prometió grandes inversiones en Cataluña.