Como sardinas en lata... y con paciencia
Recorrido en las dos líneas con más usuarios
"¿Me picas el billete, por favor?", pide un viajero a una mujer en un autobús de la línea 27 (Plaza de Castilla-Glorieta de Embajadores) que ha tardado 17 minutos en llegar, cuatro veces más de lo habitual. "Sí, te pico, pero voy a tener que cobrar un plus", dice ella. "Pues cóbrale a los de la huelga", responde airado el joven. Son las tres de la tarde y no cabe un alma en la línea con más usuarios de la EMT. Una voz en off pide a los viajeros que "pasen al fondo". A más de uno le da la risa. Otros empujan. Imposible moverse.
A la misma hora punta, la escena se repite en otro de los trayectos con más demanda, la línea 34 (Cibeles-General Fanjul), que en tres paradas se llena hasta los topes. Recuperando todavía el resuello tras una carrera para alcanzar el autobús, Antonia, de 62 años, empleada de la limpieza, introduce su abono transporte en la máquina registradora: "Menos mal. Si lo pierdo me tocaba esperar un buen rato al siguiente... Están en huelga ¿sabes?". La mujer no ha notado demasiadas molestias. "Tardan más en llegar los autobuses y van un poquito más llenos, pero en general se están portando bien". El autobús tarda 15 minutos en lugar de los ocho habituales, pero nadie se desespera.
"Estamos funcionando a la mitad y cargando muchos más pasajeros", explica el chófer, "pero no he tenido ninguna queja en lo que llevo de turno". La mayoría de los que suben pregunta al conductor por la protesta. El Teléfono de Atención al Cliente de EMT recibió 313 llamadas, el triple de un día normal. Más de la mitad para interesarse por la duración de las protestas de los trabajadores, convocados en paros alternos hasta el 12 de marzo.
"Si van a la huelga, sus motivos tendrán. Imagino que es buen momento para protestar porque estamos cerca de las elecciones, ¿no?", afirma Andrea, un pasajero italiano que reside en Madrid.
Carmen Jiménez, de 79 años, no se muestra tan comprensiva después de esperar media hora. "¿Por qué siempre pagamos el pato los usuarios?", pregunta la mujer, que ha estado a punto de bajar al metro, aunque sus piernas con artrosis no resisten bien las escaleras. María Martínez, de 18 años, asiente. Viajó en metro por la mañana para no llegar tarde a clase y el regreso a casa está resultando lento.
A Samia, teleoperadora de 25 años, la protesta le salpicó de rebote. A las 7.40 cogió un tren de la línea 1 de Metro, la segunda con más viajeros de la red, que iba "más lleno que nunca". Y llegó tarde a trabajar. "Menos mal que en mi empresa sabían lo de la huelga, si no me cae bronca".
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