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ELECCIONES 2008 | Precampaña electoral
Columna
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La economía, de elecciones

El problema de debatir sobre asuntos económicos, a diferencia de los ideológicos, es que se necesita un nivel mínimo de conocimientos para no decir demasiadas estupideces.

El otro día, sin ir más lejos, el candidato Esteban González afirmaba en el programa 59 segundos algo así como que los precios iban por un lado, y la inflación, por otro (sic). Imagino que lo que quería decir es que los precios de algunos productos han subido más que aquellos reflejados en la evolución del IPC, que, como cualquier estudiante de primer curso sabe, es un índice general que afecta al conjunto de la cesta de la compra (no solo de los alimentos), de manera tal que si el IPC sube el 4,3%, eso es exactamente lo que se ha encarecido aquella por término medio (suba lo que suba la leche o el pan).

Más cercano a la verdad hubiera sido afirmar que las familias con menor poder adquisitivo, al destinar una mayor proporción de su renta a la alimentación, pueden verse más afectadas respecto de aquellas otras en las que ésta pesa menos en porcentaje sobre su gasto total. Esto sí tendría sentido económico. Pero naturalmente, como desde el punto de vista electoral ello no es suficientemente rentable (ellos creen, equivocadamente, que los pobres siempre votan a la izquierda), insisten en referirse a las "amas de casa", así en general, a ver si en medio de la confusión cuela tan burda falacia.

Pero no son solo los precios. La propuesta de devolución de 400 euros a los contribuyentes (que es discutible, como cualquier otra) se critica porque, atención, beneficia a "todos por igual", ignorando que 400 euros, para alguien que ha pagado 2.000 euros de impuestos (debido a su bajo nivel de renta), supone el 20% de "desgravación", mientras que para el que ha contribuido con 20.000, tan solo significa un retorno del 2%. O sea que de beneficiar a todos por igual, nada de nada.

Y en fin, está esa leyenda urbana que todos repiten a diario de que el PP está mejor preparado para manejar la economía. Y yo pregunto: ¿Por qué? Si el PIB ha crecido durante cuatro años a tasas cercanas al 4%, se ha creado más empleo que en la anterior legislatura, la deuda se ha reducido y existe un superávit más que significativo en las cuentas públicas, ¿a quién se quiere convencer de tamaña estupidez?

Y digo más; ya va siendo hora de que alguien explique a las claras que la "buena gestión económica" realizada por los gobiernos de Aznar contó, entre otras cosas, con la inestimable ayuda de los cuantiosos ingresos extraordinarios obtenidos por la venta masiva de empresas públicas, lo que permitió reducir de manera significativa (y sin sudar mucho la camiseta) la deuda histórica acumulada, y, por tanto, la carga de intereses en el presupuesto ordinario.

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Por último, sería bueno recordar a esos aguerridos candidatos tan proclives a proclamar el advenimiento de una crisis de proporciones dantescas, que entre 2000 y 2002, con Aznar y Rato en el poder, el PIB redujo su crecimiento, nada menos que a la mitad (desde el 5% al 2,7%), algo muy alejado de lo que ahora ocurre. Y entonces ni siquiera se dieron por aludidos.

Ahora bien, si todo esto es bastante lamentable, no lo es menos constatar que algunos interlocutores del PSOE se muestran argumentalmente inermes ante tamaños desatinos. En mi modesta opinión, dos tardes con Jordi Sevilla antes de empezar la campaña les hubiera venido de perlas.

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