La feria se llena de puntos rojos
Las compras institucionales ponen la guinda a las adquisiciones privadas
En su primer día de verdaderas aglomeraciones, con motivo de la apertura de la feria al público general, los galeristas de Arco pudieron comprobar que sí es posible capear el temporal de la recesión económica. Los puntos rojos que simbolizan las anheladas ventas empiezan a llenar los stands, si bien, aunque predomina el optimismo, tampoco puede hablarse de euforia. La misma directora de la feria, Lourdes Fernández, reconocía ayer que la opinión que le transmiten los galeristas es divergente: "A muchos les ha ido estupendo, pero otros reconocen que no han vendido nada, sobre todo los extranjeros". La jornada de ayer sirvió también como contexto al debate que, bajo los auspicios de EL PAÍS, analizó las relaciones entre el arte y el público. Un debate que tendrá fiel reflejo próximamente en las páginas del suplemento cultural Babelia.
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- Reina Sofía. Pese a que se corrió el rumor de que el museo no compraría este año en Arco, la comitiva que ayer presidía su flamante director, Manuel Borja-Villel, en los pasillos de la feria fue todo un espectáculo que tuvo a los galeristas con la respiración parada. Finalmente, el museo se ha gastado 1.169.000 euros en Arco, una cifra nada baladí que se ha concentrado en 19 piezas.
En el capítulo de las vanguardias históricas, el Reina Sofía ha adquirido una pintura de Man Ray de 1926 y un cuadro del pintor francés Amadée Ozenfant, uno de los representantes del purismo de los años veinte. En cuanto a la línea conceptual, el museo se ha hecho con sendos vídeos de Marina Abramovic (AAA-AAA, de 1976) y de Miralda y Benet Rosell (Boum, Boum, en avant la musique!, realizado entre 1974 y 2007) y un objeto del artista ruso Andréi Monastyrskij (Canon, de 1978).
El arte latinoamericano histórico está representado con cuatro dibujos de Lygia Pape realizados en 1957 y cuatro piezas de Alejandro Puente de 1966, además del arte feminista con cuatro de los Codex Artaud que realizó en 1971 Nancy Spero. La única representación del arte de las nuevas generaciones son dos vídeos de David Bestue y Marc Vives (Acciones en casa, de 2005, y Acciones en el cuerpo, de 2006).
- Luces y sombras. "Tendría que ser una crisis muy fuerte para que el tipo de coleccionista que habitualmente compra en la feria dejara de hacerlo", comentaba ayer satisfecha la galerista Soledad Lorenzo. También optimistas y contentos se mostraban Juana de Aizpuru y Pep Belloch. Helga de Alvear aseguró que está vendiendo "más de lo previsto". Álvaro Alcázar matizó el optimismo y reconoció que "se nota que el momento es más difícil" que el año pasado: "Había más alegría".
- Vendidas e invendidas. La pieza más cara de la feria, un lienzo de la última época de Francis Bacon titulado Man at washbasin y valorado en 23,2 millones de euros, permanecía ayer en el stand de la galería Marlborough, que ha vendido piezas de otros autores. La pieza más cara que ha salido hasta el momento de Distrito Cu4tro es una pintura de Art & Language: 104.000 euros. Dos esculturas de Enrique Marty valoradas en 14.000 euros cada una que estaban en Espacio Mínimo también han encontrado comprador.
- Salvamento institucional. Lo cierto es que Arco sobrevive en gran parte gracias a las compras que realizan las instituciones. La Fundación Pedro Barrié de la Maza se estrena este año con una inversión de medio millón de euros que ha invertido en obras de autores como Daniel Verbis, Sandra Cinto, Katharina Grosse o Pedro Barbeito; el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac) se ha gastado 312.760 euros en 14 obras, en gran parte de artistas latinoamericanos; la Fundación Arco comprará por 250.000 euros; el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC) ha adquirido por valor de 230.000 euros 15 piezas de autores como Anna María Maiolino, Hamish Fulton, Xaiver Ribas o Waldemar Cordeiro; la consejería de Cultura de Murcia ha comprado 16 obras por valor de 166.000 euros; la Fundación Unicaja ha adquirido 4 obras, entre ellas un linograbado de Picasso, por 70.000 euros; el Ayuntamiento de Pamplona se ha gastado 50.000 euros... La lista continuará estos días. La pregunta del millón se repite de año en año: ¿qué pasaría si las instituciones dejaran de comprar?
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