La explosión del arte chino
Diez galerías del país asiático, tercero ya en el mercado mundial, visitan la feria
China ocupa ya el tercer puesto en el mercado mundial del arte, posición de la que desbancó el pasado año a Francia. Según un informe del índice Artprice, el crecimiento es tan espectacular que ya hay 36 artistas chinos situados entre los 100 más cotizados del planeta (una obra de Cai Guoquiang vendida por 5,8 millones de euros tiene el récord entre los artistas chinos). Las transacciones no se producen sólo en las salas americanas e inglesas, sino también en las chinas, que cada vez ganan más presencia y poder.
Parte de esta efervescencia comercial puede comprobarse en Arco, que hoy abre sus puertas al público general tras dos días dedicados a los coleccionistas. No es la primera vez que acuden galerías chinas a la feria, pero en esta edición la presencia es mayor; en total 10 galerías entre el programa general y el comisariado, y el interés del público también ha crecido, algo que demuestra que en 2008 estén previstas media docena de exposiciones de arte y arquitectura china en diversos museos españoles.
"El mercado allí está muy caliente", dice una galerista de Hong Kong
Vea el especial de ARCO 2008 |
Los puntos rojos en muchas galerías chinas, pese a la limitada presencia de los grandes nombres, dan fe del interés, que refleja también en la cada vez mayor presencia de creadores de este país en las salas occidentales.
"Los ojos del mundo están puestos hoy en China, por la economía, la política y, naturalmente, por los Juegos Olímpicos; el arte ha recogido este desafío y el mercado está muy, muy caliente", afirma la galerista Eliette Rosich, de la Chancery Lane Gallery de Hong Kong, ciudad en la que en mayo se celebrará la primera edición de una feria de arte que aspira a arrebatarle parte del pastel del pujante mercado asiático a las, aún primerizas, ferias de Shanghai y Pekín. "Confíamos en que al estar exentos de tasas atraeremos a muchos coleccionistas internacionales", afirma Rosich.
En su galería pueden verse las fotografías de Stanley Wong, que firma anothermountainman, conocido ya en Occidente por su presencia en la Bienal de Venecia de 2005. Las imágenes que presenta en Arco, de la serie Lanwei (entre 3.500 y 4.000 euros), muestran uno de los surrealistas contrastes de las ciudades chinas al situar escenas cotidianas en los esqueletos de los edificios a medio construir que, a veces de forma inexplicable, quedaron abandonados tras el estallido de la burbuja especulativa de los ochenta.
Es fácil ver otras muchas imágenes, de artistas chinos y occidentales, en los que se ve cómo la construcción de y en China no ha parado. Las fotografías de autores como Ángel Marcos o José Manuel Ballester, presentes en varias galerías, son buenos ejemplos de hasta qué punto fascinan estos nuevos paisajes.
El arte funciona, en cierta manera, como un espejo en el que buscamos la explicación de los cambios frenéticos de un país que crece a una velocidad de pánico. "Hace cinco años el arte contemporáneo era prácticamente minoritario y subterráneo en China, pero ahora empieza a convertirse en el dominante", afirma convencido Gu Zhenqing, director de la revista Visual Production, de Shanghai, que se edita en inglés y en chino y se estrena por primera vez en Arco. "Pero el sistema del arte es muy diferente del internacional. En Europa, por ejemplo, los artistas están apoyados por las galerías y en China la mayoría son salas surgidas hace pocos años, la mayoría hace dos o tres, por lo que los artistas han tenido que crecer y trabajar con el único apoyo de algunos comisarios, medios de comunicación o personas concretas. Esto ha hecho que el arte no sea tan comercial, aunque ahora, lamentablemente, algunos jóvenes artistas están entrando en esta línea más mercantilista. Pero crearemos un camino chino en el arte contemporáneo diferente al occidental. Japón y Corea lo copiaron todo, pero nosotros seremos más selectivos", añade.
Lo del "camino propio" lo asume también Li Ming, de la Beijing Art Now Gallery, para quien el mercado chino crece cada vez más: "Pero el precio del arte es desmesurado y por esto nosotros creemos que el desafío es apoyar a los jóvenes artistas chinos en lugar de apostar por el arte internacional, queremos mimar a los nuevos coleccionistas jóvenes que cada vez más están saliendo en nuestro país".
En su pabellón pueden verse obras a precio razonable, desde figuritas de guerreros a 400 euros, de Liu Puowang, a cuadros de imágenes sensuales sobre tela prensada de Li Bo, con precios de entre 2.000 y 20.000 euros, muchas ya con el punto rojo.
"Por descontado China es cada vez más importante en el mundo y es lógico que el arte también interese más", comenta el galerista Xin Dong Cheng, con tres galerías en el 798 Art District de Pekín (una antigua zona industrial reconvertida en una especie de Soho a lo grande) que exhibe en Arco obras de Li Ji (un curioso e irónico óleo en el que la escultura del Quijote de Madrid va acompañada de un oso panda) o de Luo Brothers, tres hermanos que combinan imágenes tradicionales con los símbolos del consumismo que invade la sociedad china. "La sociedad se mueve muy rápido y, en cierto modo, estamos construyendo el futuro", concluye el galerista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.