Los biocombustibles no contribuyen a reducir el efecto invernadero
La producción y consumo de biocombustibles, como el etanol, no contribuyen a la disminución neta de emisiones de efecto invernadero según los cálculos hechos sobre diferentes escenarios del mundo por dos equipos de economistas. Sólo en el caso de que se cultivara en terrenos baldíos la materia prima, como es el maíz o la caña de azúcar, las ventajas superarían a los inconvenientes.
Si para cultivar plantas destinadas a biocombustibles hay que limpiar antes de hierba o de bosques el terreno, la limpieza liberará grandes cantidades de carbono a la atmósfera, producto de la descomposición o la quema de la materia vegetal arrancada. "Analizamos todos los beneficios de utilizar biocombustibles como alternativa al petróleo, pero encontramos que son menores que las emisiones de carbono a la atmósfera producidas por su cultivo. Es lo que llamamos deuda de carbono. Si de lo que se trata es de mitigar el cambio climático no tiene sentido convertir terrenos a la producción de biocombustibles", explica Joe Fargione, que ha dirigido uno de los estudios por encargo de la organización Nature Conservancy.
Esta deuda de carbono tardaría de décadas a siglos en pagarse, concluyen los economistas en la revista Science de hoy. El carbono emitido en la reconversión es entre 17 y 420 veces superior a lo que se ahorra anualmente con los biocombustibles respecto al petróleo. Las mayores emisiones a la atmósfera se producen cuando se convierten plantaciones de palmeras en Indonesia, seguidas de cultivos de soja en la Amazonia. Entre estos casos se tardarían 423 y 319 años respectivamente en compensarlas.
Sólo en el caso de que las plantas para la producción de biocombustibles se cultiven en terrenos abandonados o que se utilicen residuos de biomasa para su producción, la deuda de carbono será negativa.
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