Pasión política en Boston
En Boston, cuna de la dinastía Kennedy y ferviente ciudad demócrata, sólo el interés por la política supera a la pasión por el deporte. Incluso en un día tan señalado como el pasado domingo, con una urbe paralizada ante la final de la liga de fútbol americano, que enfrentaba al equipo local de los Patriots con los Giants de Nueva York, el desenlace de las primarias de hoy también era motivo de discusiones agitadas.
Poco parecía importar que el patriarca de la familia real estadounidense, el senador demócrata Ted Kennedy, le hubiera dado días antes su apoyo a Barack Obama. En bares como el Whiskey's, en la calle Boylston, donde unos 200 parroquianos (mayoritariamente blancos) no dudaban de la victoria de su equipo -fue derrotado en el último minuto-, todo eran dudas respecto al desenlace de las elecciones primarias. "Espero que gane Hillary Clinton porque es la que tiene las ideas más sólidas y la mayor experiencia", aseguraba Amanda Bergen, de 28 años. Su amiga Laura Marx, una ejecutiva de 29 años, rebatía: "Votaré a Obama. Es el único capaz de unir a este país. Hay demasiada gente que odia a Hillary. Ella es una marca, él algo nuevo. Sus programas son casi idénticos, pero ella representa un pasado que a muchos no nos interesa". Ambas coincidían en que el apoyo de Kennedy a Obama apenas tendría repercusión a escala nacional y poca en Massachusetts, aunque admitían que entre las generaciones más mayores la decisión de Kennedy podría influir. "Para los jóvenes, Kennedy no significa nada y estas elecciones son de los jóvenes", decían.
Entre la población negra -un 5% del electorado de Massachusetts-, el entusiasmo ante Obama era palpable. Tras la derrota de los Patriots, un grupo de abogados afroamericanos en la treintena aún tenía humor para bromear: "Si Hillary tiene experiencia en la Casa Blanca, entonces Monica Lewinsky también", espetaba Isaiah Jenkins. Y añadía: "Hillary es el pasado; Obama, el futuro".
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