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Un diálogo con sus maestros

De Amedeo Modigliani (1884-1920) se han revisado sus diferentes etapas, sus delicados dibujos, sus personales desnudos, sus retratos de personajes con miradas vacías. Los principales museos de todo el mundo se han ocupado del artista italiano moderno más amado por el público. Pero, hasta ahora, lo que se ha mostrado son partes de un todo misterioso. La exposición que esta semana se inaugura en Madrid (Fundación Thyssen y Caja Madrid) ofrece, por fin, una completa visión de la importancia de este personalísimo artista. Se le presenta en diálogo con los grandes maestros que marcaron su obra y en su vida. Éstas fueron algunas de sus influencias determinantes.

1. Constantin Brancusi. 'El beso'. Escultura en piedra realizada entre 1907 y 1908. De pequeño, Modigliani quería ser escultor. Pero con sólo 11 años sufrió una pleuritis de la que nunca se recuperó. Sus pulmones empeoraron, y esculpir era peligroso por el polvo que desprendían los materiales. Así que aparcó temporalmente lo que parecía su vocación inicial. De Brancusi le fascinó su peculiar forma de combinar clasicismo y modernidad. Él le ayuda a descubrir su propia esencia escultórica.

2. Pablo Picasso. 'Arlequín'. Óleo sobre pintura. 1917. Picasso es Dios para Modigliani. Cuando el italiano llega a París, cae deslumbrado por la sabiduría de Cézanne y la fuerza de Gauguin. Pero por encima de estos dos genios, Modigliani venera a Brancusi y a Picasso. Picasso es para él un norte al que dirigir toda su fascinación y afán de conocimiento. La época azul de Picasso es todo un mundo al que Modigliani se intenta aproximar durante su corta pero intensa vida artística.

3. Paul Gaugin. 'Autorretrato'. Óleo realizado entre 1893 y 1984. Cuenta la leyenda que Gauguin, Modigliani y Toulouse-Lautrec dejaban sin reservas los bares de Montparnasse. Sus juergas nocturnas eran salvajes. Más que una noche podían durar varios días. Pero no sólo compartieron mala vida. De Gauguin aprendió las líneas sintéticas y la forma de aplanar las figuras.

4 y 5. Paul Cézanne. 'Muchacho del chaleco rojo' (entre 1888 y 1890) y 'Bañistas' (1896). Modigliani llega a París en 1907 y lo primero que ve es la gran retrospectiva de Cézanne. Es una de sus grandes referencias dentro de la pintura. Muchacho del chaleco rojo acabó siendo casi una plantilla para la obra de Modigliani. El color del chaleco del chico le fascina hasta el punto de utilizarlo en muchas de sus obras. Bañistas está considerado como el ejemplo del desnudo moderno y fue decisiva para maestros como Matisse y Picasso. Cézanne recrea aquí la Venus de Botticcelli, el primer desnudo pagano del Renacimiento, una pintura adorada por Modigliani y siempre ligada a sus orígenes florentinos.

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