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El Foro Social Catalán concluye con una fiesta de 3.500 protestas

Unas 190 asociaciones integraron ayer una marcha marcada por la espontaneidad

Pau protestó ayer "para que los bancos se disuelvan y den su dinero a los pobres". Tiene nueve años y acudió a su primera manifestación, pero su reclamación valió como cualquier otra en una marcha en la que los cerca de 3.500 asistentes, de acuerdo con el cálculo realizado por este periódico -2.300 a juicio de la Guardia Urbana y 5.000 en opinión de los organizadores-, protestaron por motivos muy diversos. El recorrido desde la plaza de la Universitat de Barcelona hasta la de Sant Jaume fue una fiesta y "un éxito total", explicaron miembros del Foro Social Catalán (FSC), que concluyó así dos días de talleres y ponencias. "Cada uno ha venido a protestar por su causa y a sumarse a la de los demás. Ese es el espíritu", señaló un portavoz tras agradecer a las 190 asociaciones cívicas que colaboraran en esta primera edición del FSC.

"Es un gran avance. Tras el foro estamos más abiertos a las demás entidades"
"Con tanto folleto ya no sé ni cómo me llamo", bromeó una manifestante

"El Foro no acaba aquí, es un proceso permanente que hemos de sostener entre todos", insistieron sus responsables en la plaza de Sant Jaume, a modo de despedida. En este cierre fueron desfilando algunas entidades que participaron, durante el viernes y el sábado, en las actividades que el FSC realizó en la Universidad de Barcelona. "La clave del éxito es que se han sumado personas que nunca se habían manifestado antes", explicó un organizador.

Pau no fue el único principiante, a juzgar por una naturalidad tan ausente en otras marchas convocadas bajo intereses políticos o eclesiásticos. A primera hora, cuatro jóvenes estudiantes se esforzaban en acabar sus cartulinas de protesta al tiempo que discutían porque les daba vergüenza ponerse en primera fila. Y en el último momento, Jonas se apresuraba a anudar con hilo de tender ropa los altavoces del único coche de la marcha. "Es lo que tenía a mano", comentó este sueco de 56 años que vive en Barcelona desde hace 23.

Su pareja, Núria Vidal, ecologista de 62 años, contó que este ambiente era similar al del Foro de Porto Alegre. Sabe de lo que habla, porque ha acudido cuatro veces a esa cita. "Qué gusto, andar todos juntos", dijo. "Es un gran avance, porque antes estábamos como encerrados en nuestros propios grupos", resumió.

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Pasadas las 12.30, los manifestantes echaron a andar mientras se iban sumando asociaciones cívicas para unir sus exigencias a la manifestación. Tantas, que a Roser le faltaban manos para cargar con todos los folletos. "Ya no sé ni cómo me llamo", bromeó ahogada en un mar de papel.

A su paso por La Rambla, los turistas vieron desfilar a ritmo de batucada una exhaustiva lista de las cuestiones que preocupan a la sociedad catalana. Desde la Ley de Extranjería hasta el "terrorismo multinacional", pasando por la tala de bosques, la guerra de Irak y la violencia machista, por citar algunos ejemplos.

Sergi, de 13 años, recorrió el kilómetro y medio de espaldas porque marcaba el compás de los tambores. "Queremos que la gente vea que podemos cambiar el mundo", gritó entre la música. Sus golpes retronaban en los callejones próximos a Canaletes, donde Asunción, de 81 años, intentaba seguir el ritmo. "Sí, muy bonito, pero el mundo es caprichoso", dijo recordando su experiencia. "Espero que tengan más suerte que nosotros", suspiró.

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