Valencia se integra en la red de supercomputación española
El 'Tirant' hace 4,5 billones de cálculos por segundo
El gigante de silicio está formado por 512 procesadores y es capaz de realizar 4,5 billones de cálculos por segundos. La Universitat de València presentó ayer Tirant, uno de los nodos de la Red Española de Supercomputación (RES), cuya pieza principal es Mare Nostrum, el monstruo del Barcelona Supercomputing Center / Centro Nacional de Supercomputación (BCN-CNS) considerado el noveno ordenador más rápido del mundo. La red la completan las máquinas instaladas en el Instituto de Astrofísica de Canarias, en el Centro de Supercomputación y Visualización de Madrid y en las universidades de Cantabria, Málaga y Zaragoza.
En 2006, se contaba entre las 500 máquinas más rápidas del mundo
En noviembre de 2006, Tirant figuraba entre los 500 ordenadores más potentes del planeta. Pero en este terreno la competencia es extrema. Hace dos años y medio, Mare Nostrum estaba considerado el cuarto ordenador más rápido del mundo, y hace unas semanas había descendido cinco posiciones.
El supercomputador instalado en el campus de Burjassot de la Universitat de València sigue siendo, sin embargo, muy competitivo. Debido sobre todo a su integración en una red que, según Francisco Marcellán, secretario general de Política Científica y Tecnológica del Ministerio de Educación y Ciencia, se sitúa a la cabeza de Europa y en el cuarto puesto mundial.
La RES está siendo utilizada ya para el diseño de fármacos y materiales, la investigación sobre genómica, el ADN, el cambio climático, la formación y evolución del universo, la simulación de física de altas energías y la simulación en industrias energéticas, logísticas y de automoción. En estos últimos apartados, ha abierto una puerta a la transferencia directa de conocimientos prestando servicios a grandes compañías.
Los proyectos que utilizan la red son seleccionados previamente por un comité de acceso formado por 44 científicos. El 80% del tiempo de cálculo de los nodos es asignado a la RES, mientras que el 20% restante queda a disposición de los centros que los acogen.
"Estamos asistiendo a la revolución de un mundo interconectado y con muchísima demanda", señaló el rector de la universidad, Francisco Tomás, que destacó el carácter de "colaboración, cooperación y solidaridad" del proyecto. Tirant, un nombre homenaje a la novela de Joanot Martorell, ha costado 1,2 millones de euros, una inversión que ha sido costeada por el Gobierno. El rector subrayó que la máquina es susceptible de ser mejorada con contribuciones de otras Administraciones.
El director general de Política Científica de la Generalitat, Jesús Marí Farinós, destacó que Tirant suponía la entrada de la Comunidad Valenciana "en las redes más avanzadas de alta velocidad" de España.
Una propuesta sin plazo, ni dinero
El Instituto de Física Médica, la gran instalación científica para Valencia anunciada en marzo pasado por el Gobierno y la Generalitat, se ha quedado sin un horizonte de ejecución concreto. Más allá del genérico plazo de 2015, el límite fijado para que 24 grandes instalaciones científicas promovidas por el Ejecutivo y las comunidades autónomas se encuentren en funcionamiento. Así lo reconocieron ayer los representantes del Gobierno y del Consell a preguntas de los periodistas, después de que ambos, durante sus discursos de presentación del supercomputador Tirant, hubiesen puesto al instituto, que se ubicará en el parque científico de la Universitat de València, y al también proyectado túnel de viento de la Universidad Politécnica de Valencia, como ejemplo de su compromiso con la ciencia.
El mapa de instalaciones científicas fue acordado el año pasado durante la Conferencia de Presidentes. El secretario general de Política Científica y Tecnológica del Ministerio de Educación y Ciencia, Francisco Marcellán, señaló el alto coste de los proyectos y la dificultad técnica para financiarlos y gestionarlos conjuntamente entre las Administraciones central y autonómica para justificar que hoy por hoy resulte imposible adelantar cuándo se pondrá la primera piedra de la primera instalación valenciana.
El Instituto de Física Médica, valorado en 120 millones de euros, se encuentra pues en una fase embrionaria: todavía no se ha firmado el convenio que abrirá la negociación del consorcio encargado de levantarlo y dirigirlo.
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