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Las elecciones de Hesse enconan el enfrentamiento entre los socios de Gran coalición en Berlín

La elección el próximo domingo en el Estado federado de Hesse se ha convertido en un duro enfrentamiento entre los dos grandes partidos que forman la gran coalición. El primer ministro democristiano Roland Koch, de 49 años, realiza una campaña de tintes xenófobos y sacando a relucir el riesgo de que los comunistas lleguen al gobierno en Hesse. La candidata socialdemócrata Andrea Ypsilanti, de 50 años, del ala izquierda de su partido, intenta derrotar a Koch con recogida de firmas en favor del salario mínimo y un programa que defiende las energías alternativas y la justicia social.

La elección de Hesse y la que se celebra el mismo día en Baja Sajonia supone además un examen para el partido La Izquierda, formado por poscomunistas y socialdemócratas decepcionados, para saber si conseguirá rebasar el 5% de votos y entrar en el Parlamento regional (Landtag) de un Estado federado importante del oeste de Alemania. Hasta ahora La Izquierda es fuerte en el este, pero en el oeste del país sólo tiene diputados en la ciudad-Estado de Bremen. Por añadidura, las dos elecciones del domingo serán una especie de primarias para dos candidatos a delfín de la canciller Angela Merkel en la democracia cristiana (CDU). Koch y el primer ministro de Baja Sajonia Christian Wulff, de 48 años, son dos poderosos barones democristianos con grandes ambiciones y de dudosa lealtad a Merkel. El resultado del domingo puede influir en la línea que seguirá la CDU en el futuro. Koch lucha en Hesse por defender su mayoría absoluta sin reparar en recurrir a la demagogia populista y apelar a la latente xenofobia de la llamada mayoría silenciosa. En Baja Sajonia Wulff lleva adelante una campaña de estilo presidencial para conseguir una mayoría para continuar su gobierno de coalición con los liberales (FDP).

Los sondeos ponen de manifiesto que a Koch puede salirle el tiro por la culata con su campaña xenófoba. Las últimas encuestas registran un codo a codo entre la CDU y el SPD. La izquierdista Ypsilanti, que se dio a conocer como diputada federal por oponerse al programa de recortes sociales del canciller Gerhard Schröder, de 63 años, ha conseguido en Hesse remontar en los sondeos hasta el punto de que el SPD está casi igualado con la CDU. Koch ha sacado una nueva arma y acusa a Ypsilanti de que formará un gobierno apoyado por los comunistas de La Izquierda si la aritmética electoral lo permite.

La campaña de Hesse ha envenenado el clima entre la CDU y el SPD hasta extremos insólitos. Como botón de muestra baste citar al jefe del grupo parlamentario del SPD Peter Struck en una respuesta en conferencia de prensa. Un periodista le dijo "la CDU dice". Struck le cortó de forma tajante con un "la CDU me puede...". Esta es la forma abreviada que todo el mundo entiende en Alemania. Los puntos suspensivos equivalen a "chupar el culo". La sugerencia de succión de Struck estaba al día siguiente en primera página de casi todos los diarios y no sólo los amarillos. Por su parte el presidente del SPD, el primer ministro de Renania-Palatinado Kurt Beck, de 58 años, acusó a Koch y la CDU de realizar una campaña indecente y populista a costa de los ciudadanos con origen extranjero. Resulta difícil imaginarse cómo conseguirán gobernar juntos hasta el final de la legislatura con semejante deterioro.

CAMPAÑA XENÓFOBA EN HESSE

La campaña xenófoba de Koch ha recibido el apoyo del periódico sensacionalista Bild Zeitung, 3,3 millones de tirada y 10 de audiencia, que lleva desde hace un mes con ataques continuos contra los jóvenes delincuentes de origen emigrante. El periódico acusa a sus familias de educarlos para el delito y exige expulsiones y penas de prisión. La democracia cristiana (CDU/CSU) se ha sumado a la campaña de Bild y propone "campos de reeducación" para los jóvenes delincuentes y endurecer las penas. La canciller Merkel (CDU) apoya a su correligionario Koch.

Todo empezó con una agresión el pasado 20 de diciembre a un anciano profesor alemán jubilado de 76 años en una estación de metro de Múnich. Un joven turco de 20 años nacido en Alemania y su amigo griego de 17 propinaron una gran paliza al anciano que les había llamado la atención por fumar del vagón de metro. Según Bild, al grito de "¡Alemán de mierda!" los chicos rompieron a patadas el cráneo del profesor que quedó malherido. La policía detuvo a los agresores que ahora tendrán que enfrentarse a una acusación de tentativa de asesinato.

Desde entonces el periódico que constituye el alimento intelectual de unos 10 millones de alemanes no ha cesado de insistir en el tema. Todos los días en primera plana con grandes titulares y gran despliegue informativo, fotos del turco agresor y publicación de una larga lista de 41 delitos registrados en los archivos policiales. La escalada de Bild continuó y se sacó de la manga una intervención de un "valiente fiscal" de Berlín que en una conferencia denunció la creciente criminalidad de los jóvenes extranjeros en Alemania. En primer página tituló el periódico con enormes letras: "El fiscal más valiente de Alemania: La verdad sobre los extranjeros criminales. Sus familias les educan para criminales. Las penas suaves no les asustan. Sólo una cosa les impresiona: la cárcel". En el interior Bild recoge casi una página entera con la conferencia pronunciada ante la fundación Hanns Seidel de la Unisón Socialcristiana (CSU) de Baviera en la que el "valiente fiscal" Roman Rausch sostiene entre otras cosas que las madres de los jóvenes emigrantes los mandan a robar y "sólo pueden volver a casa cuando han logrado un determinado botín". El fiscal propone que, dado que los criminales de origen extranjero se llevan "la parte de león" de la criminalidad, procede "retirarlos de la circulación" expulsándolos de Alemania o internándolos como medida precautoria de seguridad.

Al rebufo de la campaña xenófoba de Bild, Koch (CDU), ha convertido la seguridad interior y la criminalidad de los extranjeros en el tema central de las elecciones del domingo. En un artículo publicado, como no, en Bild, el primer ministro de Hesse ha lanzado una especie de decálogo sobre la criminalidad de los extranjeros. Se plantea Koch qué peso tiene la ley y el orden y la importancia de las virtudes como laboriosidad y puntualidad. A continuación sigue la lista del decálogo de exigencias: consideración con los ancianos, recuperación de las normas de cortesía, respeto por las virtudes y tradiciones, el alemán como lengua de comunicación, no realizar la matanza de animales en la cocina, separar de forma debida la basura, ceder el asiento en los transportes públicos y mucha disciplina porque "es mejor tres días de prisión preventiva que toda una carrera criminal".

Según los sondeos, Koch corre el riesgo, de perder la mayoría absoluta en las elecciones del domingo y parece haber encontrado en la criminalidad un tema que le producirá réditos en forma de votos. Por eso Koch ha iniciado su campaña con carteles que registran altos porcentajes de caída de los asaltos a casas y delincuencia en las calles bajo su mandato. La dirección de la democracia cristiana se reunió este fin de semana en Wiesbaden, la capital de Hesse, y ha dado su apoyo a Koch. Los políticos democristianos compiten en propuestas para solucionar el problema de la criminalidad. Algunos piden la creación de campos de reeducación para los jóvenes violentos, aplicarles las leyes penales sin consideración a la minoría de edad, expulsiones rápidas del país y elevar las condenas. Los socialdemócratas (SPD) consideran que con la legislación vigente basta para afrontar el problema y acusan a Koch de demagogia populista con vistas a las elecciones. El presidente del SPD Kurt Beck ha pedido a la canciller Merkel que llame al orden a Koch. Sin éxito. Merkel se ha sumado al coro de los que apoyan a Koch, aunque a regañadientes. Sostiene Merkel que los arrestos preventivos y los campos de reeducación pueden ser un buen complemento del código penal. Además la canciller declara que los socialdemócratas no pueden cerrar los ojos ante el hecho de que el 43% de los delitos de violencia en Alemania los cometen menores de 21 años y la mitad de los delincuentes son extranjeros.

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