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Reportaje:

La UE suspende en Afganistán

Un informe advierte de que el deterioro del país asiático se debe en buena parte a la "descoordinación" europea

La Unión Europea también se la juega en Afganistán y, por ahora, no logra ni siquiera el aprobado. Su papel sobre el terreno es timorato e insuficiente. Y más allá de las peroratas grandilocuentes de sus líderes, no actúa de forma coordinada ni tiene una sola voz. El severo examen no procede de Estados Unidos, que en las últimas semanas no ha escatimado críticas a sus socios en Afganistán, sino del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, en sus siglas en inglés), think tank de reciente creación impulsado por personalidades europeas que destacan precisamente por su europeísmo, como Martti Ahtisaari, Joschka Fischer, Emma Bonino y Narcís Serra, entre otros.

El informe, que se presenta hoy en Londres, parte de la base de que las cosas no marchan bien en Afganistán para la coalición internacional que expulsó del poder a los talibanes: crecen las víctimas civiles y los extremistas ganan terreno hasta el punto de que la "derrota occidental" se ha convertido en un escenario "realista". Pero el documento no se conforma con culpar de esta evolución a EE UU, cuya política también censura, sino que se centra en analizar las responsabilidades europeas.

El foro europeísta ECFR defiende el diálogo con los talibanes moderados

"Sobre el papel, el esfuerzo de la UE parece impresionante. Pero su impacto real es muy limitado", subraya Daniel Korski, el coordinador del informe, quien concluye: "La estabilización de Afganistán será imposible mientras la UE siga sin unificar sus programas y hable con una sola voz".

"Los europeos no tienen la credibilidad necesaria porque aportan recursos limitados, pocas tropas y no han logrado definir una estrategia conjunta", concluye el estudio. Las diferencias entre los socios son abismales: mientras el Reino Unido tiene desplazados 7.753 soldados sobre el terreno, entre Irlanda y Austria suman juntos sólo 10.

Además, nadie coordina los fondos que se destinan a programas para la reconstrucción de Afganistán, de forma que cada país actúa a partir de planes que "son divergentes e incluso incompatibles entre sí". Este caos, añade el informe, se extiende también al aspecto militar: hay "descoordinación" entre las unidades y "poca claridad".

El ECFR aboga por un cambio de estrategia radical que afecta prácticamente a todas las áreas clave: recomienda, entre otras medidas, un incremento de tropas -2.500 soldados más de la OTAN- a pesar de las bajas causadas a la población civil, el aumento de los fondos para la reconstrucción -en gasto por habitante, la comunidad internacional ha aportado a Afganistán el 10% de lo que destinó a Bosnia- y dos cuestiones polémicas: poner fin a la fracasada estrategia antinarcóticos para que se deje en paz a los campesinos y se persiga a los traficantes, y atraerse al ala moderada de los insurgentes. "El mejor escenario a largo plazo", sostiene el informe, "sería contar con un partido talibán que defienda sus postulados en un entorno democrático".

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