Falta argumento
La industria del cine estadounidense malvive en estado
de parálisis desde el pasado 5 de noviembre a causa de la huelga pertinaz de guionistas. Es un caso delicado, porque en tiempos de guerra -en Irak- y de crisis de confianza manifestada en la amenaza de una recesión económica inminente, la sociedad norteamericana necesita héroes. En épocas de tribulación, los estadounidenses
se inoculan vitaminas heroicas de ficción, bien del tipo del George Bailey en ¡Qué bello es vivir!, manual de paciencia ante las contrariedades que provocan las guerras o los empresarios sin escrúpulos, bien del tipo Superman, que evita las catástrofes provocadas por
los malvados de reminiscencias extranjeras. Pero
el mercado del ocio, que vende polvo
de estrellas, sólo funciona a partir de un libreto. Sin guión no hay cine, ni televisión, ni radio.
El pulso entre los guionistas y las grandes productoras de ocio ha boicoteado la ceremonia de los Globos de Oro y amenaza con convertir la entrega
de los Oscar en una ventanilla de reclamaciones. Las pérdidas hasta el momento suman más de 1.200 millones de dólares y 40.000 empleos dañados o perdidos. Las fuerzas vivas de California empiezan a calcular los daños financieros que la huelga causará en una industria que vive de tres o cuatro éxitos de pantalla por temporada y de las audiencias masivas en televisión. Lo más probable es que se multipliquen las presiones para que se reabra la fábrica de sueños.
Como las crisis son globales, la huelga puede sentirse también en España. Quizá escaseen las reservas
de capítulos de series importantes, como CSI o House. No deja de ser una contradicción que los bien pagados guionistas de Hollywood se pongan en huelga mientras
que los mal pagados guionistas españoles, algunos tan buenos como ellos, carezcan hasta de una organización mínima para hacer notar su presencia, muy necesaria en ámbitos cívicos y políticos. Se nota, por ejemplo, que la campaña electoral que
se avecina carece
de argumento coherente. Si lo tuviera, nos hubiéramos ahorrado varias promesas disparatadas y alguna decisión incongruente.
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