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Moderna decadencia

Pink Martini se granjea el respeto de la crítica con un disco "casi arqueológico"

Comedia musical, ecos de Hollywood, tributos a Carmen Miranda, chachachás voluptuosos, un dúo con el venerable jazzista Jimmy Scott y hasta incursiones en el folclor árabe y japonés. Casi todo cabe en la coctelera del pianista Thomas Lauderdale y la cantante China Forbes, la pareja que lidera la multitudinaria banda Pink Martini. Su tercer disco, Hey Eugene!, constituye, según Lauderdale "un despliegue multilingüe y casi arqueológico". Son tan inusuales ingredientes los que lo han convertido en una de las principales debilidades de la crítica internacional durante este 2007: el disco ocupa, por ejemplo, la tercera plaza en la clasificación anual de la revista británica Mojo.

La decadencia cotiza al alza. En estos tiempos de tecnologías vertiginosas e inteligencia con el corazón de silicio, una banda tan numerosa como un equipo de fútbol se calza corbata y traje oscuro para empaparse del espíritu démodé de nuestros bisabuelos. Los sajones hablan del furor de lo vintage, lo añejo y anacrónico, pero Lauderdale lo tiene aún más claro: "El éxito del grupo radica en que reivindicamos músicas hermosas y tan decadentes como los tiempos de la dolce vita o una película de Fellini".

El eclecticismo era una predisposición casi genética en los casos de Thomas y China. Él, de origen asiático, fue abandonado con muy pocos años y le acabaron adoptando en una familia donde convivió con dos hermanos negros y uno iraní. Ella es hija de madre negra y padre franco-escocés. "Con este panorama, comprenderá que el espíritu de Pink Martini sea el cruce de múltiples sensibilidades, un canto a la diversidad", detalla Lauderdale en conversación telefónica desde Portland (Oregón), cuartel general del bullicioso colectivo.

La fascinación por el sonido retro de estos 11 músicos se remonta a 1997, cuando el boca a boca propició que su primer disco, Sympathique, despachara casi 700.000 ejemplares en todo el mundo. La prolongación, Hang on little tomato, se demoró siete temporadas, así que este Hey Eugene! casi parece un alumbramiento precoz. "La leyenda sobre el difícil segundo disco es del todo cierta", concede el máximo responsable del colectivo. "Tras un éxito que ninguno esperaba, con Tomato nos sentíamos presionados y tensos, agarrotados durante todo el proceso. Ahora hemos podido grabar con una actitud más relajada y los oídos más abiertos. Ha sido todo un alivio". El resultado es un álbum sin prejuicios, contagioso y abiertamente optimista. "A veces me pregunto cómo logramos mantener el buen humor", se sonríe Thomas, lacónico pero dotado de una fina ironía. "Tenemos un presidente idiota, como bien es sabido a nivel internacional, y un país entero pendiente de American idol [el equivalente de Operación Triunfo] u otras basuras del mismo estilo. Y en ésas vamos nosotros y publicamos un disco luminoso. Celebramos la diversidad del mundo y sus gentes e intentamos encarnar otra América bien distinta a la oficial". Nutren su repertorio de hallazgos en los cajones de discos antiguos y descatalogados, en libros de canciones populares o en las bandas sonoras de películas de los años cincuenta.

Lauderdale presume de no supeditarse -"afortunadamente"- a ninguna frontera geográfica o estilística. "Supongo que sólo nos falta hincarle el diente al hip-hop. En Hey Eugene! no hemos incluido mucho de eso, la verdad, pero hasta de ese estilo quizá se pueda extraer alguna idea interesante...".

Una imagen del grupo Pink Martini.
Una imagen del grupo Pink Martini.

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