El nuevo 'papa negro' será blanco
Es todavía difícil que un africano tome las riendas de la Compañía de Jesús
Esta vez no hay lista de papables, ni gran boato, ni la teatralidad que caracteriza a los cónclaves del Vaticano, pero la elección del sucesor de Peter-Hans Kolvenbach al frente de los jesuitas, iniciada el pasado lunes en Roma, puede tener consecuencias de enorme importancia también para el mundo católico. Por eso, y pese a la reserva que rodea a la elección, nada ha podido evitar que se confeccionen listas sobre los nombres con más posibilidades.
En las listas oficiosas abundan los italianos, desde Franco Imoda, ex rector de la Universidad Gregoriana, hasta Federico Lombardi, actual portavoz del Papa. Otro nombre con el que se especula como posible Prepósito General es Mark Raper, actual provincial de Australia. No faltan tampoco los jesuitas latinoamericanos, como José Morales Orozco, rector de la Universidad Iberoamericana de México, y hombre próximo a Kolvenbach, ni los españoles. Elías Royón, provincial de España desde 2004 y ex vicerrector de la Universidad Pontificia de Comillas, es uno de los que se citan con más insistencia. De ser elegido, Royón sería el séptimo español entre los 30 superiores generales de la orden que ha habido hasta ahora (contando al propio San Ignacio y al que ha de ser elegido).
El relevo se produce por retiro del actual Superior General
La idiosincrasia de la Compañía se ha impuesto también en este capítulo de la sucesión. El relevo se celebra por retiro del actual papa negro y no por fallecimiento. Ya ocurrió con Pedro Arrupe, general de los jesuitas entre 1965 y 1981, apartado del cargo por una trombosis cerebral. Kolvenbach no ha pedido el relevo por motivos graves de salud, pero lleva 25 años al frente de la Compañía, lidiando con problemas serios, está enfermo, cansado y ronda los 80 años de edad. Por eso anunció su intención de renunciar hace un año, y la maquinaria sucesoria se puso en marcha desde ese momento. El proceso, enormemente meticuloso, culmina con la Congregación General iniciada el lunes pasado, que concluirá con la elección de un nuevo líder de los jesuitas en un plazo breve. Tras varias sesiones de estudio de los problemas de la Compañía, los electores tendrán cuatro días para reflexionar sobre quien puede ser su nuevo guía en el siglo XXI.
El perfil que se busca se parece como una gota de agua al que trataban de encontrar los purpurados encerrados en la Capilla Sixtina, en abril de 2005. Un hombre en torno a los 65 años, políglota, con formación amplia y una experiencia de vida que no se limite al ámbito europeo. "La compañía surgió con vocación internacional, si inicialmente fue sólo europea se debió a las circunstancias", explica José María de Vera, director de comunicación de la curia de los jesuitas en Roma, desde 1994. Esa vocación se corresponde cada vez más con la realidad de una orden menguante en Europa, pero creciente en India y en el continente africano.
Mucho ha cambiado la Compañía de Jesús desde su fundación en 1540 por San Ignacio de Loyola. El centro de gravedad, como en el caso de la propia Iglesia, se ha ido desplazando de Europa a otros continentes. Esta nueva geografía de poder ha llevado a los medios de comunicación a especular con la posibilidad de que el nuevo papa negro sea un indio o un jesuita africano. "Aunque en África las instituciones son todavía muy jóvenes", explica una fuente.
Lo más probable, por eso, es que el elegido sea europeo o del área anglosajona. Sea quien sea, el sucesor de Kolvenbach tendrá que seguir por fuerza una línea de concordia con la Santa Sede, que ve con cierta inquietud a la orden de los jesuitas.
En la solemne inauguración de esta 35ª Congregación General, el cardenal que preside el dicasterio vaticano dedicado a la vida consagrada, Franc Rodé, dejó bien claro que los jesuitas deben esforzarse en amar y respetar a la "jerarquía" de la Iglesia, además de lanzar una seria advertencia sobre la necesidad de que los fieles no vean "disonancias" en la doctrina católica que se les enseña. Para los jesuitas fue un discurso afectuoso y claro, desprovisto de la aspereza de algunas reprimendas papales. No obstante, el discurso revela las diferencias que existen aún entre los dos mayores centros de poder católico en el mundo.
217 para elegir sucesor
La que se celebra estos días en Roma es la Congregación General número 35 de las celebradas por la Compañía de Jesús desde su fundación en el siglo XVI. Reuniones al más alto nivel, pensadas por San Ignacio, para encargarse dos cometidos esenciales: elegir al líder de los jesuitas o revolver problemas de gravedad máxima. A este encuentro asisten 217 delegados -en representación de una fuerza de 20.000 miembros extendidos en los cinco continentes-, con derecho a voto, y otros ocho elegidos para ayudar en el proceso.
Una cifra de electores muy similar a la de los cardenales que eligieron a Benedicto XVI, en el cónclave de abril de 2005. Aunque en este caso, representan no sólo al poder -provinciales, rectores de seminarios o universidades-, sino a las bases de la Compañía de Jesús. El número mayor de delgados -69- procede de Europa, pero ya son 64 los que vienen de Asia y Oceanía; 40 los latinoamericanos, 34 los norteamericanos y 18 los africanos. Todo un síntoma del desplazamiento de fuerzas en la orden.
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