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Los compañeros del urbano en coma identifican a los supuestos agresores

Un policía declara ante el tribunal que disparó al aire porque temió por su vida

Los compañeros del guardia urbano que quedó en coma vegetativo identificaron ayer a los tres supuestos agresores ante el tribunal que juzga el caso. Fue un relato coincidente, incluso en los detalles, en el que los policías explicaron la batalla campal librada con un grupo de entre 20 y 30 personas la madrugada del 4 de febrero de 2006.

"Se mostraban desafiantes, agresivos", dijo un agente. "Aguantamos insultos, escupitajos y de todo", relató otro. "Nos tiraron piedras, botellas y latas", insistió un tercer policía. "Eran leones", añadió otro urbano, aunque ninguno fue tan contundente como el que reconoció que disparó al aire porque temía por su vida.

Tres testigos explicaron que el grupo estaba liderado por Rodrigo Lanza, Álex Cisternas y Juan Daniel Pintos. Los tres están en prisión preventiva desde entonces y el fiscal pide para cada uno 11 años de cárcel.

Según su relato, fue Lanza el primero en arrojar una piedra, que impactó en la frente del policía, y Cisternas quien lanzó una segunda piedra. Sobre Pintos dijeron que era el que jaleaba al grupo y el que más se encaraba. "¡Cabrón!, que se joda", declararon los policías que dijeron los jóvenes tras la agresión. "Le han dado", constató otro agente

También reconocieron que, ante la situación creada, utilizaron las porras. "Yo le metí a uno", admitió un policía. "Le di un golpe donde no debía, que era la cara", admitió otro urbano, poco antes de explicar que le arrojaron una valla metálica y de reconocer que estaba "obcecado" por la suerte del herido.

Los detenidos denunciaron a los policías por malos tratos, pero el caso fue archivado por un juzgado de instrucción de Barcelona y ahora está recurrido ante la Audiencia. En los enfrentamientos resultaron heridos otros tres urbanos y la fiscalía acusa a seis jóvenes más, que afrontan penas de dos a cuatro años de cárcel.

Las defensas insistieron ayer en preguntar sobre un informe policial a partir del cual el entonces alcalde de Barcelona, Joan Clos, declaró que la agresión al urbano fue causada por una maceta que cayó de la casa okupa a la que pretendía entrar el grupo. El presidente del tribunal no lo permitió y declaró impertinentes esas preguntas. Algunas defensas protestaron y quedó reflejado en el acta del juicio para poder presentar recurso ante el Tribunal Supremo, si es que la sentencia es condenatoria.

El juez y los diplomáticos

El funcionario judicial cumplió el ritual y dijo: "Audiencia pública". La sala de vistas se llenó en segundos de familiares, amigos y público interesado. El presidente del tribunal, Jesús María Barrientos, ordenó que no entrase más gente de la que podía sentarse. Los cónsules en Barcelona de Chile y Argentina se quedaron sin silla y un defensor advirtió al juez: "Alguna autoridad está siendo maltratada. Ruego que puedan entrar".

La respuesta fue contundente. "Aquí la única autoridad está en el estrado", respondió el juez. Y como no podía ser de otra manera, no hizo levantar a nadie para que se sentasen los cónsules. Quizá por eso, los diplomáticos se sintieron molestos y fueron a quejarse a la presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Maria Eugènia Alegret, quien los acabó enviando a una atestada tribuna de prensa, de acceso restringido. "Somos los cónsules", entraron advirtiendo los diplomáticos. Por la tarde ya se les reservó un lugar en la sala.

No fue ése el único incidente dialéctico. El juez recordó en alguna ocasión a Javier Gómez Bermúdez en el juicio del 11-M, sin permitir ninguna pregunta ajena a los hechos. "Así está siendo muy difícil defender. Denos un margen para trabajar, que estos chicos son jóvenes y se están jugando 11 años de cárcel", se lamentó una defensa. Ni así. "Que conste la protesta", replicó Barrientos. Y prosiguió la sesión.

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