"No diseñé el colegio para que se usara la azotea"
El arquitecto del centro derruido cree que usar el techo para jugar al baloncesto afectó la estructura
El arquitecto Francisco Pérez Arbues, de 74 años, no salía ayer de su asombro. Parte del edificio que diseñó hace ahora 26 años, el anexo del colegio Sagrado Corazón de Madrid, se vino parcialmente abajo a primera hora de la mañana del lunes, sin que se produjeran víctimas. "Han hecho un uso de la cubierta que no estaba previsto en el proyecto original. Ahora que todo se resuelva y que cada uno asuma su culpa", afirmó con cierto enfado en conversación telefónica con EL PAÍS. Los responsables del centro concertado, en el que estudian 1.100 alumnos, instalaron en octubre dos canchas de baloncesto en la azotea, usadas por los alumnos durante el recreo y las clases deportivas.
Los colegiales jugaban a baloncesto sobre la techumbre desde octubre
Pérez Arbues ha diseñado una decena de centros en toda España para la orden del Sagrado Corazón. En ningún caso ha tenido problemas. "Cuando diseñé este edificio, la cubierta era plana y no se preveía ningún uso. Tenía sólo una especie de barandilla de 25 o 30 centímetros. El resto estaba diáfano", afirmó el arquitecto. Pérez Arbues asegura que la construcción, ejecutada por una empresa de Alicante, fue "muy escrupulosa". "La estructura se montó con mucha limpieza, de forma que asentaran bien las vigas en los distintos pilares. Se buscó un edificio con grandes luces para el gimnasio, la capilla y el salón de actos", destacó el arquitecto del Sagrado Corazón.
Pérez Arbues mantiene que el uso de la cubierta, desde octubre, ha podido crear tensiones y movimientos en la estructura que no estaban previstas en el diseño original. "La propiedad no se ha puesto en contacto conmigo. No me han consultado si se podían poner canchas de baloncesto. Yo, desde luego, lo habría hecho", añadió el arquitecto. Éste pide ahora que se abra una investigación exhaustiva de lo que ha ocurrido y se busquen responsables. "Cuando se veía el edificio desde la calle de Paraguay, no había ninguna malla que envolviera la cubierta. Era diáfana y no se podía utilizar para nada. Han tomado medidas para cambiarlo e iniciar un uso que no estaba previsto inicialmente. Ahora, que cada uno asuma sus responsabilidades", concluyó Pérez Arbues, que tras 50 años en la profesión, sigue ejerciendo como arquitecto.
El hermano Guillermo, máximo responsable de la orden del Sagrado Corazón en España, afirmó que estas canchas entraron en funcionamiento con el nuevo curso, hacia septiembre u octubre. Se aprovecharon las obras de impermeabilización del salón de actos para convertir en una zona útil todo el terreno de la cubierta. El hermano Guillermo reconoció que no habían pedido licencia de actuación menor ante la Junta de Chamartín. "Menos mal que el estudio de los técnicos municipales ha descartado que el problema venga por este uso. El estudio de la Gerencia de Urbanismo ha concluido que el derrumbe lo ha producido porque la estructura original estaba mal hecha", añadió el responsable. Estos trabajos de impermeabilización fueron ejecutados durante el verano.
La decana del colegio de Arquitecto de Madrid, Paloma Sobrini, fue de la misma opinión que Pérez Arbues: "Cuando han pasado más de 20 años no se puede hablar de mala ejecución del proyecto". Sobrini mantuvo que se pudo producir un fenómeno de carga cíclica por el uso de la cubierta. Eso repercutió en el anclaje de la viga sobre el pilar, lo que terminó por el derrumbe de los 300 metros cuadrados de hormigón. "Las vibraciones de las máquinas para vaciar el solar y construir el polideportivo también pudieron causar microdesplazamientos del hierro del hormigón", concluyó Sobrini.
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