La Casa Blanca revisa su estrategia en Afganistán para evitar la derrota
EE UU intenta que la OTAN envíe más soldados a luchar contra los talibanes
Preocupada porque uno de sus más importantes legados pueda escabullírsele entre los dedos, la Administración de George Bush está revisando su actuación en Afganistán junto con la OTAN en tres frentes distintos: la seguridad, la economía y la política, según informaba ayer el diario The New York Times.
La autoridad del Gobierno de Karzai no se extiende más allá de Kabul
La revisión de la estrategia puesta en marcha en Afganistán llega cuando se vive un incremento por parte de la insurgencia que ha convertido 2007 en el año más sangriento desde que las fuerzas estadounidenses expulsaran del poder a los aliados de Al Qaeda en el régimen talibán tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. "Buscamos caminos con los que ganar mayor coherencia estratégica", declaró al Times sin aportar su nombre un alto cargo del Gobierno.
A diferencia de cuando la Casa Blanca anunció hace un año, a bombo y platillo, una drástica revisión de su política en Irak, la nueva mirada que se pretende aportar en Afganistán ni ha sido hecha pública ni se espera que culmine con un aumento de las tropas, como ocurrió en el primer caso citado.
La razón, entre otras de peso, es que no quedan soldados disponibles para desplegar en ningún otro conflicto. La idea de aplicar una nueva visión al país para que no se hunda en el fracaso fue, en parte, el resultado de la reunión de los ministros de Defensa de Estados Unidos, Reino Unido y otros seis países presentes en el sur de Afganistán. Fue el pasado viernes en Edimburgo (Escocia) y concluyó con el acuerdo de un plan quinquenal de lucha contra la insurgencia talibán y el refuerzo de las tropas de la OTAN. De forma pública, la Administración republicana ha expresado en diversas ocasiones su optimismo sobre que la guerra en Afganistán pueda ser ganada. Pero en los últimos meses, los consejeros presidenciales han comenzado a mostrar cierta inquietud. En primer lugar, la producción de opio y su tráfico no para de alimentar a la insurgencia. En segundo, la autoridad y legitimidad del Gobierno de Hamid Karzai no se extiende más allá de los límites de Kabul, siendo el resto del país feudo de los talibanes.
En total, la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) en Afganistán de la OTAN cuenta con 40.000 efectivos, de los cuales 14.000 son estadounidenses. España tiene desplegados 700 militares en el oeste del país. Además, EE UU cuenta sobre el terreno con otros 12.000 hombres dedicados a misiones de contraterrorismo.
La violencia en Afganistán se intensificó desde que la ISAF tomó el control, hace más de un año, pero los miembros de la OTAN fueron reticentes a la hora de enviar los refuerzos prometidos. Precisamente este viernes, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jaap de Hoop Scheffer, se refirió a ese incumplimiento. "No estoy satisfecho de lo que tenemos en tierra y aire en Afganistán", dijo.
El secretario de Defensa, Robert Gates, declinó mencionar por su nombre durante la reunión de Edimburgo a aquellos aliados que no han cumplido con su compromiso de aportar el suficiente número de tropas o material de combate para Afganistán. Sí mencionó a las naciones que han cumplido con su deber: Reino Unido, Canadá y Australia.
Sin embargo, no todo el mundo ha sido tan diplomático. El representante demócrata por Pensilvania Joe Sestak, un general de tres estrellas retirado, manifestó alto y claro su pensamiento: "Los alemanes, los españoles y los italianos no han mandado ni un solo hombre al sur excepto los 250 que ha aportado Alemania". Sestak quiso compartir con la prensa otro detalle: "Algunos aliados se niegan a hacer operaciones de combate de noche y otros no vuelan en cuanto cae el primer copo de nieve".
Al límite de sus fuerzas, los militares norteamericanos tienen muy pocos hombres disponibles para ser destinados en Afganistán. "Sencillamente es una cuestión de recursos", admitió esta semana el almirante Mike Mullen, Comandante de las Fuerzas Armadas Conjuntas de Estados Unidos. "En Afganistán hacemos lo que podemos. En Irak, hacemos lo que debemos", resumió el militar con más alto grado del Ejército de Estados Unidos.
Para lograr mayor efectividad, la Administración Bush quiere pone en marcha dentro de su plan de revisión hacia Afganistán un coordinador internacional o superenviado que revise el esfuerzo que la comunidad internacional está haciendo en aquel país.
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