"Bienvenido a casa, don Paolo"
Un ministro italiano recupera en Monforte sus raíces familiares
Los estadistas extranjeros de origen gallego suelen proceder de Suramérica y sus raíces datan de un par de generaciones y no de hace cuatro siglos. Los ministros no acostumbran a dejar traslucir los sentimientos y, en todo caso, es más frecuente verlos iracundos que emocionados. La excepción se llama Paolo de Castro, titular de Política Agrícola, Alimentaria y Forestal en el gobierno de Romano Prodi. El pasado lunes, día 10, De Castro estaba auténticamente conmovido, según sus acompañantes. Al hilo de una reunión con sus homólogos de España, Elena Espinosa, y de Portugal, Jaime Silva, en el parador de Santo Estevo de Rivas de Sil, visitaba Monforte de Lemos, la ciudad que desde hace años considera la cuna de sus antepasados, los Fernández de Castro, condes de Lemos. Hasta el punto de que el motivo original del viaje del ministro italiano era una visita privada, que se convirtió en oficial por una deferencia de la ministra Espinosa (y la aquiescencia de Jaime Silva, al que Monforte tampoco pillaba demasiado lejos).
Paolo lleva media vida aclarando que su apellido no es Di Castro
El ministro rindió tributo al linaje con un menú a base de empanada y pulpo
Paolo de Castro, un especialista en economía agraria de 49 años, catedrático en la Universidad de Bolonia y nativo de San Pietro Vernotico, en la región de Puglia, se ha pasado media vida aclarando que no se apellidaba "Di Castro", al uso italiano habitual, sino "de Castro". Su hermano mayor, Fabrizio, fue el que investigó la rareza, hasta remontarse a Pedro Fernández de Castro, Andrade y Portugal, "el Gran Conde de Lemos", protector de Cervantes y Lope de Vega, que en 1608 fue nombrado virrey de Nápoles. En Italia otorgó el señorío de Castro (casualidad, o no), en Puglia, a su hermano Francisco Ruiz de Castro y Portugal, que sería el VIII Conde, y casó en 1610 con Lucrecia de Lignano de Gatinara, Duquesa de Taurisano. Tuvieron 9 hijos, entre ellos el IX Conde, de los que algunos permanecieron en Italia.
En sus estancias en Bruselas, en donde fue asesor del Prodi presidente de la Comisión Europea, De Castro hizo amistad con José María Silva (Cuqui, en su Chantada natal), eurofuncionario de larga trayectoria, actualmente director general de Investigación de la UE. "Tengo que ir a tu tierra porque mi familia viene de allí", le dijo repetidas veces, y Cuqui Silva se comprometió a organizarle una visita.
El lunes, la comitiva triministerial encabezada por un emocionado De Castro comenzó la visita a Monforte en el convento de las Clarisas. Allí reposan los restos del Gran Conde de Lemos (aunque se ignora dónde, de tan bien que los escondieron para evitar saqueos) y es sede de un impresionante museo de arte sacro, creado en gran parte con obras y reliquias aportadas por varias generaciones de virreyes gallegos en Nápoles.
Después, De Castro visitó el Colegio de la Compañía, obra del Cardenal Rodrigo de Castro, tío de su antepasado Francisco. El alcalde monfortino, Severino Rodríguez, del BNG, le regaló allí la Historia de Monforte y el Condado de Lemos, de Germán Vázquez. Según cuentan ahora los colaboradores del ministro, "lo que leyó le reforzó la idea que ya tenía sobre sus orígenes". "Miraba todo y no hacía más que repetir 'molto bello'", recuerda la teniente de alcalde y vicepresidenta de la Diputación de Lugo, María Xosé Vega. Tanto miraba que se fijó en la insignia que lucía el alcalde en la solapa, una imagen de la torre del homenaje del castillo de los Lemos. "Se la di, claro, aunque le advertí de que no era de oro", comenta Severino Rodríguez, que le pidió que intercediese para agilizar el proceso en curso de hermanamiento de Monforte con Nápoles. "Resulta que él es amigo de la alcaldesa napolitana". Finalmente, Paolo de Castro visitó el castillo y el que fue palacio de su familia, actualmente convertido en parador, y que en la comitiva dieron en llamar Casa Paolo.
Visitantes y monfortinos de ayer y de hoy finalizaron la visita con una comida en Adegas Algueira, en plena Ribeira Sacra. Paolo de Castro dio la muestra más clara de fidelidad al linaje haciendo los honores a un menú de empanada de liscos, de zorza y pulpo á feira, y prometió volver pronto y con más tiempo, "porque fue sólo en total un día y cuatro horas". Cuqui Silva, encargado del brindis, finalizó el discurso con un "Bienvenido a casa, Paolo".
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