_
_
_
_
LA CALLE | Restaurantes
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Moo

Todas las ciudades que quieran retrasar la llegada del diluvio deberían tener en sus calles, por lo menos, un restaurante que haya sido concebido por los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca. En Barcelona, la apuesta de los gerundenses se llama Moo y, para dirigirlo, han elegido a Felip Llofriu, cocinero bregado en el Neichel, el Jean Luc Figueras, el Mugaritz y el Celler de Can Roca. Ya sólo con este currículo, Felip merecería un ¡hurra!, aunque lo bueno, como dice el refrán, se hace esperar. Los vítores y las reverencias, por favor, guárdense para el final.

Del Moo suele hablarse de su diseño, de sus amplios espacios, de su modernidad, pero la verdadera arteria coronaria del restaurante es su cocina, un mosaico gastronómico que deja al visitante con la satisfacción de haber comido algo distinto. Los platos que nutren la carta, medias raciones acompañadas junto a unos vinos elegidos por Roger Viusà, un superdotado olfateador, son una clara representación de lo que es hoy en día esa cocina catalana que rompe y rasga en muchas latitudes, claro síntoma de cosmopolitismo, le pese a quien le pese. Imaginación, buen gusto, distensión, divertimento, seriedad, todos estos adjetivos se unen en el Moo y nos obsequian con una experiencia lúdica e inteligente.

Si no te va un timbal de manzana y foie-gras con aceite de vainilla servido con un moscato d'Asti, tienes cigalas con curry, rosas y regaliz servidas con un vino alsaciano. Si no te va un rape con panceta y setas servido con un vino del Penedès, tienes una perdiz con trigo tierno y jugo de col servida con un vino de la Conca de Barberà. Y si no te va nada de lo que te ofrece el Moo, no vayas. Aunque yo de ti, forastero, nunca diría nunca jamás a ese canelón de liebre servido con un Renaissance 2001. Una bomba para las hormonas.

- Lo más: el menú de degustación.

- Lo menos: como no me gusta el té, la fruta en ensalada con infusión de té verde.

- Dirección: Moo. Rosselló, 265. Hotel Omm. 93 445 40 00

danielvazquezsalles@hotmail.com

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_