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Reportaje:

Rodeados de palomas

La población continúa creciendo pese a las campañas de control

Un líquido ahuyentador de palomas que anuncia un gran centro comercial hace meses que está agotado. "Nos vienen clientes a pedirlo, pero todavía no han vuelto a suministrarlo", dice una vendedora de la sección de jardinería, que lo había probado con cierto éxito. Bolsas de plástico, molinillos de viento, resplandecientes discos compactos colgando de cables, pinchos en alféizares y tejados, y hasta ultrasonidos. Unos métodos tienen más éxito que otros, pero todo vale con tal de intentar quitarse de encima las molestas palomas, que con sus excrementos ensucian ventanas, galerías, balcones, monumentos y edificios, y taponan todo tipo de conductos.

Barcelona se lleva la palma en la plaga de palomas. Los 180.000 ejemplares contabilizados en el último censo, de 1991, la convierten en una de las ciudades más pobladas. El nuevo censo que está elaborando la Agencia de Salud Pública de Barcelona indica que la cifra ha ido en aumento, a pesar de las campañas de control y de que estas aves tienen una tasa de mortalidad del 20% anual.

Cada año se capturan y sacrifican entre 20.000 y 25.000
Las palomas se reparten por todos los barrios de Barcelona

No sólo aumenta la población, también está cambiando la distribución de las aves en el mapa de la ciudad. Hasta hace unos años, la mayoría de los ejemplares se concentraban en Ciutat Vella, zonas del Eixample y Gràcia, con densidades superiores a 3.000 especímenes por kilómetro cuadrado, dice Víctor Peracho, técnico de la Agencia de Salud Pública de Barcelona. Ahora se ha homogeneizado.

"La paloma es una especie que se organiza socialmente, los nuevos ejemplares emigran a lugares donde la densidad de población es más baja y pueden obtener más recursos alimenticios, que es lo que favorece el aumento de la tasa de reproducción", añade Peracho.

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Tampoco ayuda la elevada fertilidad: a los seis meses de vida ya pueden comenzar a reproducirse. Una paloma bien alimentada puede poner dos huevos al mes, pero lo habitual es que pongan entre uno y tres huevos en la primavera y en otoño.

La Agencia de Salud Pública de Barcelona realiza campañas para intentar reducir la población drásticamente: cada año se capturan y se sacrifican entre 20.000 y 25.000 palomas. Jaume Feixa, de la empresa Colomba Control, encargada de esta tarea, dice que con el sistema de redes que inventó pueden coger hasta 600 ejemplares de una sola vez, pero lo habitual es capturar un centenar.

Luego se sacrifican con dióxido de carbono y las llevan a una planta de incineración o acaban, tras pasar un control sanitario, como alimento de los halcones del aeropuerto de El Prat.

Sin embargo, el mejor método para reducir la población de palomas es no alimentarlas, asegura el técnico. En Barcelona, no está prohibido. En Madrid, el método de concienciación es coercitivo: alimentar estas aves supone una multa de 300 euros. ¿Y no tiene depredadores? Mucha faena tendrían las seis parejas de halcones peregrinos que se reintrodujeron en 1999 para desarrollar esta especie de ave rapaz.

Pero las palomas no sólo ensucian, también pueden transmitir enfermedades. Desde el año pasado, la agencia realiza estudios epidemiológicos para determinar la existencia de ejemplares con el virus de la gripe aviar o el West Nile (conocido como virus del Nilo occidental, que es transmitido por mosquitos y que puede provocar a los humanos encefalitis hemorrágica). Los técnicos también examinan la presencia de bacterias como las clamidias (que afectan a los procesos respiratorios), el campilobacter y la salmonera. Sólo se han producido algunos casos sin importancia.

Hace tres años, la Diputación de Barcelona e investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona comenzaron una experiencia piloto en Calella y Granollers para comprobar la efectividad de alimentar las aves con nicarbacina, un fármaco que inhibe la reproducción. "Debería ser un método complementario de otras soluciones porque por sí solo no garantiza el control de las palomas", dice Catalina Chamorro, jefa de la sección de Salud Pública de la Diputación de Barcelona.

El proyecto concluyó a finales de 2006 y, a falta de resultados definitivos, se ha constatado cierta reducción del número de ejemplares. La efectividad de este producto se reduce drásticamente si existen personas que alimentan a las aves.

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