El tirador de Nebraska se sentía ignorado y quiso ser famoso
El asesino de ocho personas abandonó los estudios y había sido despedido
Se sentía una carga para su familia y sus amigos. "Soy un pedazo de mierda, pero ahora voy a ser famoso", dejó escrito en una carta de tres páginas antes de esconderse un rifle bajo la ropa, abandonar su casa y asesinar a sangre fría a ocho personas en un centro comercial de Omaha (Nebraska). Luego se quitó la vida. Robert Hawkins, de 19 años, no tuvo un pasado fácil. Tampoco sus últimos tiempos en la sociedad que sintió que le rechazaba fueron idílicos. De esta manera intentaban los expertos explicar ayer la última matanza que ha conmocionado a EE UU.
Cuando tenía tres años, sus padres se divorciaron y se desentendieron de él. A partir de ese momento, el pequeño Hawkins entró a formar parte de la asistencia social y vivió en varias casas de acogida. Al parecer, fue expulsado, o abandonó, la última casa familiar que conoció. En los últimos tiempos vivía acogido por una mujer, Deborah Maruca Kovac, a la que llamó 45 minutos antes de abrir fuego de forma premeditada, aunque indiscriminadamente, contra todo aquel que tuvo delante de su rifle en el centro comercial.
"Temí que se suicidara", declaró Kovac, "pero lo que nunca pensé es que iba a hacer daño a tantas personas". Recientemente había roto la relación con su novia, fue despedido del McDonald's en el que trabajaba y había abandonado el instituto. También tenía problemas con la ley: resultó herido de bala en un restaurante de comida basura de donde supuestamente robó 17 dólares.
"La primera vez que entró en casa era un joven introvertido, un adolescente con problemas que parecía un perrito abandonado que nadie quería", dijo Kovac. "Parecía estar mejorando", puntualizó la mujer que le dio cobijo en su hogar. Kovac declaró al diario Omaha World-Herald que la noche anterior al tiroteo, Hawkins y sus hijos le mostraron un rifle militar semiautomático ruso SKS. Pensó que pertenecía a la familia de Hawkins y no le dio importancia porque "parecía una antigualla".
Este es el último de varios tiroteos que han acabado este año en masacre y que han horrorizado a EE UU, país en el que hay más de 190 millones de armas de fuego en manos privadas y 65 millones de pistolas en circulación. En el 40% de los hogares hay un arma de fuego.
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