La manifestación por el caos de Renfe deriva en un clamor independentista
125.000 personas, entre ellas Pujol, Duran y Maragall, marchan por Barcelona
Sin apenas pancartas, con multitud de banderas independestistas y a gritos de "Somos una nación" e "independencia". La manifestación convocada ayer en Barcelona por el hartazgo que ha provocado el caos ferroviario derivó en una marcha marcadamente nacionalista que reunió a cerca de 125.000 personas en el centro de la capital catalana, según los cálculos de EL PAÍS. Desfilaron bajo el lema Somos una nación y decimos basta. Tenemos derecho a decidir sobre nuestras infraestructuras. La Guardia Urbana cifró la participación en 200.000 personas; los organizadores, en 700.000. La marcha, convocada por la Plataforma Derecho a Decidir, fue secundada por más de 200 entidades y por CiU, ERC y ICV-EUiA, que fletaron 150 autobuses para llevar a sus militantes a protestar el día en el que todas las líneas de cercanías recuperaron sus frecuencias habituales.
Por el centro de Barcelona marchó la plana mayor de estas formaciones. La delegación más numerosa fue la de CiU, encabezada por el ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol, quien, acompañado por los ex presidentes del Parlamento catalán Joan Rigol y Heribert Barrera, caminó entre la muchedumbre que se agolpaba a tomarle fotografías delante de una enorme bandera independentista. Detrás, las juventudes de CiU se sumaban con entusiasmo a los gritos a favor de la independencia.
También el ex presidente y ex militante socialista Pasqual Maragall estuvo en la protesta, que no secundó el PSC. La marcha arrancó en la plaza de Catalunya a las 17.00 con una representación de gente del mundo cultural, social y empresarial que llevó la pancarta principal.
De principio a fin, los manifestantes coreron todo tipo de gritos y cánticos a favor de la autodeterminación, con algunas críticas a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez. "Somos una nación, Magdalena dimisión" fue uno de los más repetidos por los manifestantes, que también se refirieron varias ocasiones al "expolio fiscal catalán".
Salvo algunas asociaciones vecinales y los representantes de ICV-EUiA, predominaron las banderas y, en comparación a otras convocatorias, apenas había pancartas. Y las que había eran de tinte nacionalista. "España no nos quiere, divorciémonos" o "Catalonia is not Spain", por ejemplo. O, haciendo referencia a las palabras de Álvarez el pasado fin de semana, otro que rezaba: "Antes España partía que Cataluña doblá". Cuando la gente pasó frente a las sedes de UGT y CC OO, que no secundaron la marcha, abucheó la extenuación. "¡Botiflers!" ("¡Traidores!"), les recriminaron. Lo mismo hicieron al pasar delante de la delegación del Gobierno en Cataluña, cuando sí se voceó especialmente contra Álvarez.
Los tres partidos participantes en la protesta, además de arrastrar a sus militantes, también llevaron a todos sus dirigentes. Convergència i Unió desfilaba con el líder de la federación, Artur Mas, y el presidente del grupo en el Congreso de los Diputados, Josep Antoni Duran Lleida. Esquerra Republicana estuvo representada por todos sus consejeros en el Gobierno catalán, entre ellos Josep Lluís Carod-Rovira, mientras que bajo las pancartas de ICV-EUiA iban el portavoz del grupo en el Congreso, Joan Herrera, y el consejero de Medio Ambiente y Vivienda, Francesc Baltasar.
Los organizadores calificaron de éxito la manifestación. En el manifiesto final se exigió la publicación de las balanzas fiscales, el traspaso de la red de transportes y que "la Generalitat recaude y gestione" todos los impuestos. Entre los representantes de la sociedad catalana que la organización invitaba, estaba, por ejemplo, el presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, quien defendió la marcha como un "acto de coherencia y dignidad nacional".
La marcha se desarrolló con total tranquilidad, en un ambiente muy reivindicativo pero también festivo, con gente ataviada con senyeres y música tradicional en la cabecera. El humorista Toni Albà, imitador habitual del Rey, arrancó carcajadas con un "¿por qué no te callas? ¡porque no nos da la gana!".
A pesar de ser fluida, la manifestación fue lenta porque cada entidad mantuvo mucho espacio con los grupos que iban antes y después. Se tuvo que leer cinco veces el manifiesto, porque cuando la cabecera llegó al final, en la estación de França, aún salía gente de la plaza de Catalunya.
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