El negocio de los nueve balazos
Vivía con su abuela en Queens y era 'camello' de 'crack'. Pero el 'rap' le podía. Se hace llamar 50 Cent, y un pistolero le tiroteó a la puerta de su casa. Controvertido y salvaje, ahora actúa en España.
Hola, llamo desde la oficina en Nueva York del sello Interscope. He recibido una queja del señor Divine, del entourage de 50 Cent, pidiendo que se le deje de llamar desde este número.
-Ah, ¿Divine es un hombre?
-Sí, ¿podría usted explicarme qué está pasando?
-Por supuesto
Birmingham NEC Arena, siete de la tarde del viernes 9 de noviembre. Esta noche actúa 50 Cent, uno de los raperos más exitosos del planeta (ha vendido más de 20 millones de discos), que está de gira por Europa presentando su tercer largo, Curtis. El disco se editó el 11 de septiembre, coincidiendo con el lanzamiento del álbum de Kanye West, la supuesta otra cara de la moneda del rap actual. Si 50 Cent es la violencia, la agresión, el gueto, el culto al dinero, los balazos y el crack, West es el rapero vestido de Versace que el público blanco adora, la parte políticamente más correcta de un estilo a punto de descarrilar como referente generacional. 50 Cent declaró que si West vendía más discos que él aquella primera semana, se retiraría. West ganó. 50 Cent actuará esta noche ante 5.000 personas. El lío fue celebrado por la industria del disco y produjo la mejor semana en ventas en la historia post-MP3. Casi millón y medio de copias despachadas entre los dos raperos.
Hace mucho frío y nadie nos llama. Un magnánimo miembro de seguridad nos saca un café. La carcelera tailandesa que nos ha negado el acceso le recrimina la acción. Desfilan los asistentes al concierto. Mujeres blancas con poca ropa, hombres blancos, un par de asiáticos (Birmingham posee la comunidad india y paquistaní mayor del Reino Unido), un negro y muchas más mujeres blancas seguidoras del cambio climático. Suena el teléfono.
-¿Estás en la entrada?
-Sí, pero fuera, del lado que hace frío.
-No te muevas, que voy para allá.
-Claro
Al cabo de media hora aparece un señor que recuerda a Nevera Perry, aquel mítico jugador de los Chicago Bears que, solito, puso de moda el fútbol americano en la vieja Europa. Éste confiesa ser seguidor del Barça. 50 Cent actúa en poco más de una hora, y hacia el backstage vamos un equipo formado por un periodista, dos raperos locales de exquisita educación, cuatro ganadoras del concurso Conoce a 50 y, claro, Nevera. Nos colocan en la sala de catering y nos abandonan entre operarios alemanes en plena cena Curtis Jackson III (50 Cent), como dicen los jefes de redacción, "tiene un tema". Nacido en Queens, Nueva York, hace 33 años. Vivió con su abuela mientras se dedicaba al tráfico de crack. Jam Master Jay, de Run DMC, le ayudó en sus primeros pasos como rapero. En 1999 grabó un disco, Power of the dollar (El poder del dólar), y firmó con la multinacional Columbia. Todo parecía ir bien hasta que, el 24 de mayo de 2000, Curtis fue atacado por un pistolero a las puertas de la casa de su abuela en Queens. Le dispararon nueve veces. Varios impactos le alcanzaron en la cara, afectándole la voz, que ya jamás volvió a ser la misma. Columbia, aterrorizada ante el hecho de editar a un artista que acababa de salir de un tiroteo, le rescindió el contrato. Pero 50 Cent se quedó con el adelanto y trató de relanzar su carrera con ese dinero. Conoció a Eminem y Dr. Dre, y el resto ya se escribe con signos de dólar en lugar de con tipografías tradicionales. Get rich or die trying (Hazte rico o muere en el intento) despachó 12 millones de copias. "Tío, no tengo miedo, lo que soy es mucho más consciente de las cosas. Más desconfiado", declara Curtis (sí, aunque las pistas conduzcan hacia la conclusión contraria, la entrevista tuvo lugar) media hora antes de salir al escenario del NEC Arena. "Miedo no tengo, porque no estoy en una posición de poder demostrar debilidades. No se me permite tener miedo, ¿sabes? Hay demasiada gente ahí fuera que quiere acabar conmigo, que quiere mi sitio; gente incapaz de hacerse un lugar en este mundo y que aspira sólo a quitarles el puesto a los que estamos arriba". Se frota el vendaje que lleva en el antebrazo y sonríe como un niño grande. Se repantiga en el sofá rojo de su camerino. "Todos esos raperos que buscan pelea son unos cobardes y unos imbéciles", apunta. La lista de peleas de 50 Cent es interminable. Desde Nas hasta The Game, pasando por el reciente enfrentamiento con West o el clásico de Ja Rule. "Piensan que construyendo esta mierda de culebrón venderán más, pero no es cierto. No les voy a seguir el juego nunca más".
"El número uno es Eminem, punto y final. Sé que siempre he dicho que si no soy el número uno, no sigo, pero es que el líder es Eminem. Quien diga lo contrario es un insensato", afirma con esa sorprendentemente melosa voz el autor de Curtis, un disco que está vendiendo mucho menos que los anteriores y que no ha sido bien recibido por la crítica. "Tío, las cosas ya no se pueden medir como antes", recuerda 50 Cent, feliz de la nueva coartada que el peer to peer ha dado a los artistas en estado de despiste creativo. "¿Cuánta gente de los que están ahí fuera crees que se ha descargado mi disco? Más de la mitad, seguro. Lo importante ahora es la reacción de la gente cuando actúas. Y te digo que gritan tanto con los nuevos temas como con las canciones antiguas". Obsesionado hasta lo indecente por el dinero y la fama, e incapaz de medir la calidad artística en otros términos que no sean el impacto social y monetario, Curtis se ha colocado en un callejón sin salida del que, eso sí, tiene un plan de huida. "El cine me motiva", recuerda el hombre que se interpretó a sí mismo en el fallido biopic que llevaba el título de su primer disco de éxito y que acaba de actuar junto a Al Pacino y De Niro en Righteous Kill. "Sé que soy un actor del montón, pero me gusta, y creo que ahí tengo espacio para mejorar. Al menos, ya no me tratan como al rapero al que le pegaron un tiro. Soy alguien. Y una cosa más curiosa sucede. Puedo matar gente en la pantalla sin que nadie se queje. En cambio, mis discos siempre han sido tachados de agresivos. Es una paradoja. Creo que un filme como El precio del poder es mucho más violento que el hip-hop, pero, claro, es más fácil ir contra 50 Cent que contra Paramount Pictures, ¿no?". Curtis es también una empresa, el capo del sello G Unit, de una línea de ropa (junto a Marc Ecko) y de infinidad de negocios. "La industria del rap no es lo que era. Hay que diversificar", comenta con más sinceridad en sus propuestas que Kanye West, el supuesto bueno de esta película.
El rapero 50 Cent actúa el día 16 en Madrid, en el Palacio de Deportes de la Comunidad.
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