Miles de paquistaníes reciben a Nawaz Sharif a su vuelta del exilio
El ex primer ministro afirma que llega para "poner fin a la dictadura"
Miles de paquistaníes desbordaron a las fuerzas de seguridad que tenían cercado el aeropuerto de la ciudad de Lahore (este del país) y consiguieron dar la bienvenida al ex primer ministro Nawaz Sharif. Tras siete años de exilio, las primeras palabras del líder de la Liga Musulmana de Pakistán-N (PML-N) fueron para asegurar a sus seguidores que no había llegado a ningún acuerdo con el general Pervez Musharraf. "Mi único pacto es con el pueblo", dijo Sharif mientras sus simpatizantes gritaban: "Vete, Musharraf, vete" y "Larga vida a Nawaz".
"He venido a servir a mi pueblo y salvar Pakistán", dijo el líder opositor
Más de 700 miembros del partido de Sharif fueron detenidos
"Estoy aquí para ayudar a poner fin a la dictadura", declaró Sharif, de 57 años, que fue depuesto de la jefatura del Gobierno en 1999, por el golpe de Estado de Musharraf. Sin embargo, en un tono conciliatorio añadió que es contrario a "la política de venganza".
Lahore se vistió de fiesta para recibir a su líder. La ciudad amaneció repleta de banderines, banderas verdes de la PML-N y carteles de Sharif. En muchos de ellos aparecen también su esposa, Kulsum, y su hermano menor, Shabaz, que forman parte de la dirección de la PML-N y regresaron con él desde Arabia Saudí. El rey Abdulá ofreció a Sharif su avión oficial para garantizar que esta vez el Gobierno paquistaní no iba a deportarle de inmediato, como ocurrió en su primer intento de poner fin al exilio, en septiembre pasado.
Tras pedir el inmediato levantamiento del estado de excepción, Sharif indicó que no cree que sean "limpias" las elecciones generales previstas para el 8 de enero. Pese a ello, no se pronunció a favor de boicotearlas, sino de cumplir su "misión política" y ponerse de acuerdo con otros partidos sobre el proceso de democratización del país.
La PML-N, junto con el Partido Popular de Pakistán (PPP), que lidera la ex primera ministra Benazir Bhutto y otros partidos de la oposición dieron ayer a Musharraf cuatro días para que se quite el uniforme militar y restablezca la situación legal anterior al 3 de noviembre, fecha en que decretó el estado de emergencia, suspendió la Constitución, destituyó al presidente y a otros cinco jueces del Tribunal Supremo y colocó en sus puestos a otros jueces fieles a él.
"Sólo queremos democracia", dijo Sharif, que se subió unos minutos, junto con Shabaz, sobre el techo del coche blindado que le regaló el monarca saudí para saludar a los congregados. "He venido a servir a mi pueblo y a salvar Pakistán", dijo antes de emprender el camino hacia el santuario islámico de Data Darbar, mientras miles de cohetes iluminaban el cielo de Lahore.
Los 5.000 policías desplegados para impedir a Sharif un recibimiento triunfal terminaron por bajar sus palos y retirar parte de las barreras colocadas. La alegría de la gente era manifiesta. Familias enteras trataron durante horas de aproximarse al aeropuerto. "Hoy es un día grande para nosotros. Los paquistaníes queremos democracia. Queremos que los militares se vayan a los cuarteles y Nawaz Sharif lo va a conseguir", afirma Faruq Sha, propietario de un concesionario de coches, entre los signos de victoria de mujer y sus hijas.
Más de 700 miembros de la PML-N fueron detenidos en la mañana de ayer mientras forcejeaban para acercarse al aeropuerto.
Nuzat Amir Sadiq, presidenta de la sección de mujeres de la PML-N, viajó desde Islamabad, a unos 420 kilómetros, para entregar un ramo de rosas rojas a su líder pero, con el caos que se montó en cuanto aterrizó el avión, no lo consiguió.
"Ahora que ha llegado Sharif el partido gobernante (PML-Q) nos manda mensajes de felicitación. Su tiempo ha terminado. No aceptaremos que vuelvan quienes nos abandonaron para unirse al partido fundado por Musharraf", señala Sadiq.
Sharif, acusado de corrupción, llegó a un acuerdo en 2000 con el general Musharraf para exiliarse y durante 10 años no participar en la política paquistaní, pero adelantó su regreso ante la tremenda impopularidad de Musharraf, cuyo principal interés es manipular para mantenerse en el poder.
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