La obsesión: una sociedad más formada

Nunca como ahora se ha hecho tanto hincapié en que el crecimiento económico de una sociedad pasa por mejorar la educación. Una de las metas concretas de los Objetivos de Lisboa, que pretenden hacer de la europea la economía más competitiva del mundo en 2010, es conseguir que el 85% de los jóvenes tengan el título de bachillerato o de FP, lo que pasa por reducir al 10% el número de los que dejan de estudiar después de los 16. Aunque estos objetivos se antojan ya prácticamente inalcanzables (la media de jóvenes con bachillerato o FP es del 79% en Europa y del 64% en España), los países se ponen las pilas, al menos, para acercarse, como demuestra la medida inglesa de ampliar la obligación de estudiar de los 16 a los 18 años.

Esta posibilidad se planteó en España durante el debate de la ley educativa aprobada en 2006, asegura el responsable de FETE-UGT, Carlos López Cortiñas. Por distintas razones, probablemente parecidas a las de los críticos de la medida en Inglaterra, se renunció. Pero no a la obsesión por aumentar el nivel de formación, que va tomando distintas formas, sobre todo enfocadas al bachillerato. Por ejemplo, la polémica reforma, recién aprobada por el Gobierno, que permitirá dividir en tres años los dos cursos de bachillerato, o la promesa electoral del presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, de pagar hasta 600 euros al mes a los alumnos con menos recursos para que estudien el bachillerato en lugar de ponerse a trabajar a los 16. De momento, sin embargo, no hay medidas similares a la vista para fomentar la FP.