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Entrevista:JEAN NSONJIBA LOKENGA | Presidente de Pax Romana

"África no precisa paternalismo; ya hemos tenido bastante"

Jean Nsonjiba Lokenga (República Democrática del Congo, 1967) ha sido miembro destacado de Amnistía Internacional y ahora preside la ONG Pax Romana. Para promocionar la democracia y el desarrollo en los países africanos, busca reforzar el papel de sus instituciones locales y formar a profesionales "para crear una masa crítica de ciudadanos educados". Recientemente repasó en Bilbao los logros y desafíos de África en una conferencia organizada por la Fundación Sabino Arana.

Pregunta. Advierte buenos síntomas en el desarrollo de África.

Respuesta. Desde 2001, la economía está creciendo una media del 5 o 6% anual. Supera la media mundial, pero no es suficiente para que tenga una repercusión sobre las personas. El gran reto es frenar el crecimiento demográfico, porque si la economía crece a la par de la demografía no tendrá efectos. Para ello, necesitamos un buen sistema sanitario y de planificación familiar. Es imprescindible ubicar correctamente los recursos adicionales: no tienen que servir sólo para pagar mas a los ministros o para material militar. Tenemos que producir mucha riqueza, pero redistribuirla bien e invertir en sectores estratégicos. China es un buen referente: un país prominente porque invierte en telecomunicaciones, carreteras, banca... Sin infraestructuras no se puede esperar el desarrollo.

"Tenemos que producir mucha riqueza, pero redistribuirla bien"

P. Insta a promover la paz, la democracia y la igualdad de sexos. ¿No resultan objetivos utópicos, difíciles de concretar?

R. No. En países como Botswana, Namibia, Sudáfrica o Kenia el turismo se ha convertido en la principal fuente de ingresos porque hay paz. Tenemos que fijarnos en cómo lo han logrado e imitar el modelo. Ahora tenemos menos guerras que nunca y hemos constatado que existe un nuevo lenguaje. Antes, el concepto derechos humanos se consideraba occidental, pero hoy la Unión Africana (UA) asume los valores democráticos y se acepta que hay que apostar por la transparencia, los derechos humanos, y combatir la corrupción. Hay una tendencia positiva hacia la presencia de las mujeres en política, pero sigue existiendo el reto de promocionarlas. Confío en que esto cambiará a través de la educación.

P. ¿Como puede Occidente ayudar a África sin caer en el paternalismo?

R. No necesitamos paternalismo, hemos tenido ya bastante; necesitamos asociacionismo. Muchos conflictos se han resuelto con mediadores africanos. Somos capaces, pero sí que necesitamos apoyo en la resolución de conflictos. Occidente no da ni el 0,7% prometido y lo poco que aporta lo recupera con intereses y genera más deudas. Además, no se trata sólo de inyectar dinero, no basta con la caridad. Hay que atender a necesidades reales: reconstruir escuelas, hospitales, fortalecer la sociedad civil... Las cumbres entre la Unión Europea y la UA están abordando cómo llenar esos vacíos. Un millón de dólares ayuda a despegar, pero también genera una dinámica de esperar ayudas que nos mantiene atados a Occidente. Además, ambos nos necesitamos, por lo que tiene que haber una asociación. No tenemos que ser fuente ni de materias primas ni de mano de obra; hay que abandonar definitivamente esos esquemas. Occidente tiene que impulsar nuestro despegue económico y, cuando se consolide el avance, beneficiará a la economía de ambos.

P. Las potencias del Norte también se benefician de exportar armas a conflictos africanos.

R. Las armas no se producen en África, sino que vienen de Europa y países de la antigua URSS. Cualquier país tiene ejércitos, así que la sociedad debe respetar cierta compra de armamento, pero sabemos que la mayoría de armas llegan a manos inadecuadas y se usan para la guerra. Los exportadores tienen la responsabilidad de ejercer un control. Hay que apostar porque los niños no crezcan con armas, sino con libros.

P. Los profesionales más cualificados emigran. ¿Cómo parar esa fuga de cerebros?

R. La historia del desarrollo del mundo no se puede entender sin las migraciones, pero África necesita recursos humanos. Los ciudadanos que se formen en Europa tienen que volver para contribuir al desarrollo de sus países.

P. ¿Cómo hay que regular la inmigración?

R. Lo imprescindible es mejorar las condiciones de desarrollo de los países para que sus habitantes no tengan que emigrar. Entiendo que haya cierta regulación, pero no que existan leyes ilógicas que dificultan ese desarrollo. Usted puede ir a trabajar a África con facilidad, pero un periodista africano tiene difícil venir a España porque se le considera un inmigrante potencial. Muchos médicos tampoco reciben visados.

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