Una fotografía nunca es una mentira
Primero, están los hechos. Luego, las imágenes que los ilustran. Se enseñan, se difunden, se utilizan. Al cabo de este proceso, hay gente, como usted o como yo, que no estaba allí y puede verlas y descifrarlas.
Con motivo de su décimo aniversario, el Museo Guggenheim de Bilbao encargó a Rosa Martínez una exposición para presentar a los artistas vascos contemporáneos cuya importancia ha sido reconocida desde la creación del museo. Bajo el título Chacun à son goût reunió a creadores entre los que se contaba el fotógrafo documental Clemente Bernad. La exposición nos conduce desde sus primeros trabajos con los jornaleros andaluces hasta su largo estudio sobre los movimientos sociales en la Venezuela de Hugo Chávez, pasando por su Crónica vasca, a la que ha dedicado 14 años. Los pies de foto son sobrios, informativos, casi asépticos, y la disposición de las imágenes en la sala no establece ninguna jerarquía.
Por todo esto me sorprendió ver que esta exposición suscitara una violenta polémica, que se llegase incluso a pedir la retirada de las fotografías y hasta que se prohibiese la exposición... La paradoja es que la petición partiera de una fotografía no expuesta. Los hechos son los siguientes: Clemente Bernad y Rosa Martínez pensaron exhibir una imagen de 1997 en la que los médicos que trataban de salvar la vida de Miguel Ángel Blanco mostraban una radiografía de su cráneo. Después de escribir un pie de foto descriptivo, el autor, por educación y para evitar problemas legales, envió una petición cortés a la hermana de Miguel Ángel Blanco. El rechazo fue categórico. E inmediatamente acatado. Esta fotografía sólo existe en los archivos de Bernad, en los del hospital, en los de la familia, en algunas memorias y, por lo visto, en muchos fantasmas...
Una fotografía no demuestra nada. En sí misma ofrece muy poca información, va tomando sentido según el contexto en el que se encuentra. El de ésta, por ejemplo, no tendría el mismo sentido si se hubiera publicado en pequeño formato en un diario que si se hubiera expuesto en gran formato en un museo con otras fotografías. Los lazos que se tejen entre las imágenes son un elemento esencial para la lectura de la construcción del propósito. Sólo la mala fe permite, objetivamente, afirmar que el autor defiende una tesis o se posiciona. Es inaceptable crear una confusión entre información y propaganda.
Hoy deberíamos saber que una fotografía nunca es una mentira, pero que tampoco pretende ser ninguna verdad. En el mejor de los casos, puede testimoniar un punto de vista y transmitirlo. Por eso, los dispositivos de acompañamiento y la puesta en contexto son esenciales: dan el sentido, o al menos unas pautas para el que mira, sirven de guía. Por eso, los textos que acompañan las instantáneas de Bernad son muy oportunos con el fin de evitar cualquier mentira sobre el momento y las circunstancias de la fotografía. No es honesto desde el punto de vista intelectual reprochar a alguien que escriba al pie de una fotografía "militantes independentistas" en lugar de "terroristas". Su misión no es la de juzgar (no sabe más de lo que escribe) y es imprescindible conservar, con sentido crítico, la confianza en la justicia.
Pedir la prohibición de una exposición que muestra e interroga la complejidad de las creaciones contemporáneas es un acto grave, tanto más grave en cuanto que parte de una lectura a la vez ingenua y manipuladora de las imágenes. Denunciar sin prueba y sin razón la manipulación a través de las imágenes es otra forma de manipulación. Y es perversa, porque sólo propone leer una parte de las imágenes, inmediatamente legible en cuanto se las nombra.
A los que han pedido que se retiren las fotografías, les diría que se atreviesen a mostrarlas en sus exposiciones, donde denuncian precisamente la violencia y el terrorismo. Serían muy eficaces, porque tienen la fuerza de la belleza con la rabia contenida.
Christian Caujolle es crítico y comisario de exposiciones fotográficas.
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