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Reportaje:

Blanco sobre negro

El cese de Parsons (Time Warner) y de O'Neal (Merrill Lynch) abre un debate sobre el peso racial en la dirección corporativa

Los ejecutivos de raza negra están contados con los dedos de una mano en el universo corporativo estadounidense. Y por si no fuera suficiente con las dificultades que afronta la comunidad afroamericana para llegar a altos puestos de dirección en las grandes empresas, en apenas una semana, este colectivo acaba de perder a dos de sus principales referentes: Richard Parsons, del gigante de medios Time Warner, y Stanley O'Neal, consejero delegado del poderoso banco de inversión Merrill Lynch.

Hace seis años, tras la hecatombe de los atentados suicidas del 11-S, los dos ejecutivos protagonizaron, junto a Kenneth Chenault, consejero delegado de American Express, una prometedora portada de la revista Newsweek bajo el título 'The new black power' ('El nuevo poder negro'). Como explica Clarence Page, columnista del Chicago Tribune, era la muestra de que Estados Unidos es una tierra donde cualquiera con cualidades puede triunfar y llegar a ser presidente de una de las empresas más prestigiosas del país, siempre que las condiciones de acceso a los puestos sean las mismas para todos.

Menos del 3% de los cargos ejecutivos y sólo un 8% de los graduados en las 25 escuelas de negocios en EE UU son afroamericanos
El presidente de la National Urban League cree que la comunidad negra ha demostrado que "puede gestionar, y bien, las grandes compañías"
Las mujeres avanzan hoy con pie más firme que los afroamericanos hacia su incorporación al reducido y selecto club de los mayores ejecutivos

Equiparación por despido

Hoy, en el parqué se preguntan qué significan las dos bajas para la comunidad. La mayoría lo ve en positivo, porque consideran que a los ejecutivos negros se les están aplicando los mismos criterios que a los blancos a la hora de despedirlos, sin premisas raciales: si no rinden, se tiene que ir como cualquier otro ejecutivo, da igual su sexo o su raza. Clarence Page cree que el progreso real en la diversificación de los puestos de mando se logra cuando sus consejos son capaces de despedir sin complejos.

Marc Morail, presidente de la National Urban League, considera que la comunidad negra ha demostrado durante estos últimos años que "puede gestionar grandes compañías, y que puede hacerlo además bien". "Hay mucho talento ahí fuera. Mi esperanza es que otros tengan la oportunidad de ascender y tomar el mando", añade. Pero los números revelan un panorama poco favorable. En este momento hay sólo cinco consejeros delegados afroamericanos entre las 500 compañías más importantes de la revista Fortune.

Junto a Kenneth Chenaut en American Express, integran ese exclusivo ranking Ronald Williams (aseguradora Aetna), Clarence Otis (cadena de restaurantes Darden), Avlwin Lewis (cadena comercial Sears) y John Thompson (la tecnológica Symantec). También hay negros en altos puestos ejecutivos en filiales de General Electric, McDonald's, Boeing y Xerox. Según datos de Management Leadership for Tomorrow, menos de un 3% de los puestos ejecutivos son ocupados por negros. Y sólo un 8% de los graduados por las 25 escuelas de negocio son afroamericanos.

El recién dimitido Stanley O'Neal fue el primer afroamericano en ponerse al frente de uno de los grandes bancos de Wall Street. Su historia es el puro ejemplo del sueño americano. De sus inicios en una planta de ensamblaje en General Motors, su ascenso se consideró ya hace 16 años como la puerta abierta a los negros al exclusivo club del mundo corporativo, que vio antes cómo Bob Holland rompía el techo de cristal al ser nombrado consejero delegado del productor de helados Ben & Jerry. La gestión de O'Neal se vio enturbiada por los excesos en el mercado hipotecario.

Richard Parsons, abogado de formación, llegó a Time Warner en 1992. Venía de presidir la entidad neoyorquina Dime Bancorp. El entonces consejero delegado del conglomerado mediático se quedó prendado pronto de las cualidades del directivo, al que designó como su número dos en 1995. En 2002 se puso al frente de la compañía, relegando a su mentor, y un año después ocupó la presidencia. Su dimisión no supone, en cualquier caso, un punto final a su carrera, ya que seguirá ejerciendo su papel de presidente en el conglomerado. Y como miembro del consejo de Citigroup, estará en el equipo encargado de buscar al sucesor del también recién dimitido Charles Prince.

Los dos ejecutivos tomaron las riendas de las compañías cuando estaban en problemas. Y su éxito en la gestión, según los analistas, es la muestra de que los vientos para la comunidad afroamericana van en la buena dirección, a pesar de que el único que sobreviva de esa histórica portada sea Chenault, que, por los resultados de American Express, no parece estar en riesgo. Por eso, como señala el columnista Eugene Kane en el Journal Sentinel, "habrá otros consejeros delegados negros en el futuro".

Otros analistas no ven este desenlace tan positivo para la comunidad negra y creen que los éxitos de O'Neal y Parsons se han magnificado. Es más, creen que las mujeres avanzan en este momento con pie más firme y se declaran sorprendidos por que al consejero delegado de Merrill Lynch no se le haya dado otra oportunidad para cuadrar el círculo, como señala Theodore Martin, ex consejero delegado de Barnes Group, que considera que, gracias a su liderazgo, el banco logró unos importantes beneficios. O'Neal se va en todo caso con una compensación de 160 millones de dólares.

Robert Britz, presidente de la Bolsa de Nueva York, da la bienvenida a la presidenta de Darden, Mary Darden.
Robert Britz, presidente de la Bolsa de Nueva York, da la bienvenida a la presidenta de Darden, Mary Darden.

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