Océanos de horror
Mientras leía en EL PAÍS del 4 de noviembre el artículo sobre la barbarie asesina de los jemeres rojos en Camboya, hice un somero repaso mental de algunas de las descomunales atrocidades de los últimos siglos, desde el genocidio en el Congo propiciado por el rey Leopoldo II de Bélgica y el de los armenios a manos de los turcos, hasta las matanzas entre hutus y tutsis, pasando por el agujero negro del fascismo y el nazismo, los comunismos ruso y chino y las bombas atómicas lanzadas sobre Japón. Todo ese dolor infligido a millones de personas es algo tan espantoso que nos resulta inimaginable, no hay ser humano capaz de flotar en tales océanos de horror, y uno recuerda aquella frase del pensador francés Jean François Revel: "¿No será nuestra inteligencia más que una máquina para justificar nuestros errores y nuestros crímenes, sin ninguna consideración por nuestros semejantes?". Si así fuera, muchas de nuestras ideas sólo serían armas que utilizamos en nuestra lucha por la supervivencia, una lucha que es más cruel que entre cualquier otra especie animal del planeta.
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