_
_
_
_
_
Reportaje:

Fotografía marginal junto al Sena

Una bienal muestra en París cómo ven Occidente fotógrafos de otras civilizaciones

¿Quién mira a quién? Los occidentales hemos impuesto una mirada: los exóticos son los otros. Africanos, latinoamericanos, indios, chinos, indonesios... todos los ciudadanos que no viven bajo el mismo modelo de civilización son "otros".

La primera bienal de "imágenes del mundo", que ahora acaba de inaugurarse en París hasta el próximo 25 de noviembre, se nos ofrece como una oportunidad única para descubrir cómo nos ven los otros, es decir, los fotógrafos de todos esos países que no mandan en las galerías de arte, países ajenos a nuestros códigos y valores.

Asiáticos y africanos se integran así en la arquitectura parisiense
Los promotores luchan contra "la jerarquía entre las artes y los pueblos"

Uno de los grandes atractivos de esa insólita bienal es el querer conectar también con el público que no acude ni a museos ni a galerías, que se siente extranjero cuando se atreve a entrar en uno de esos lugares que se pretenden santuarios de la cultura. Por una vez la fotografía se ha instalado en la calle. Junto al Sena, en los muelles del río, en gran formato. Detrás de cada imagen el decorado de la ciudad. De pronto, africanos, asiáticos o latinoamericanos aparecen completamente integrados en la arquitectura especial de París, la capital de los símbolos.

La operación tiene como gran impulsor el museo del Quai Branly, el dedicado a las llamadas "artes primeras". Su presidente, Stéphane Martin, lucha contra "la concepción aristocrática de los saberes que instaura una jerarquía entre las artes y los pueblos". Martin no quiere que su museo lo sea de culturas condenadas a la desaparición, no quiere tampoco que queden relegadas a repetir un estereotipo de exotismo o primitivismo. Y aún menos desea que el atractivo del museo se vaya agotando tras la visita entusiasta de sus primeros descubridores. Por eso apuesta por fotógrafos de otras latitudes y organiza acontecimientos con capacidad de arrastre que va más allá del parisiense curioso. Cada cual es libre de pensar lo que quiera sobre la idea de que todas las culturas son igualmente completas y autosuficientes -o incompletas y dependientes, que viene a ser lo mismo-, pero nadie puede cerrar los ojos ante esos centenares de imágenes venidas de lejos.

"El mundo mira el mundo". Ése era el objetivo de los comisarios de la exposición, 10 franceses y 10 extranjeros. Y han optado por declinar esa mirada a partir de tres grandes temas o áreas: la metamorfosis, la ficción y la confrontación. Son temas abiertos, casi demasiado, que permiten incluirlo todo dentro de su enunciado.

El trabajo de los comisarios ha consistido en ser lo bastante abiertos como para interpretar lo mejor en función de los tres enunciados y descartar lo tópico, precisamente porque ninguna de las etiquetas se adaptaba al temario. La metamorfosis evoca tanto la capacidad de resistir de las culturas como su transformación.

Y quien dice culturas, hoy también dice naturaleza, tan amenazada por el cambio climático como por los especuladores inmobiliarios levantinos. La ficción nos remite a la capacidad de los pueblos -o de las personas- para inventarse, para proyectarse en el futuro, para reinterpretar sus mitos. La confrontación nos recuerda que el mundo no evoluciona plácidamente, que la coexistencia de culturas y civilizaciones es menos plácida de lo que pretenden los benditos multiculturalistas. Además de los muelles del Sena algunas embajadas -la de Australia, la de China, la brasileña, algunos museos o centros culturales de la capital francesa- se han sumado a la operación.

¿Nombres? Si, algunos salen del montón, se distinguen de inmediato, sin que eso signifiquen que sean mejores. Tan sólo sobreviven mejor de una lógica de contraste. Un poco competitiva, claro. Tiina Itkonen nos recuerda que el Ártico se funde y con él, con sus hielos, la vida de los inuit. Farida Hamak retrata como nadie los paisajes jordanos: imposible saber si se trata de un plano general o de una toma hecha con lupa, si es una vista del desierto o de piel humana. Abe capta los cielos cambiantes de Madagascar. Para el peruano Javier Silva las historias transcurren en la cabeza de sus personajes. El mexicano Gerardo Montiel Klint inventa nuevas formas de ser bruja mientras que el chino Wu Qi piensa en los distintos refugios del deseo. Para el indio Anay Mann la coexistencia de civilizaciones no es real, sino que se entiende como choque. Incruento pero choque. Los rusos Leonid Tishkov y Borís Bendikov encuentran en la luna un refugio para los sueños de un país que los ha malgastado.

Y ellos, y otras decenas de fotógrafos desconocidos, fotógrafos a los que esta bienal presta la atención que no conceden las instituciones tradicionales, muestran que el mundo no sólo puede ser otra cosa, sino que ya lo es. Basta con saber mirar.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_