Papá, ven en barco
Todas las administraciones se enfangan en el subsuelo barcelonés: sea en el Carmel o por el AVE
Varios alcaldes de localidades costeras han pedido un servicio marítimo que las una con Barcelona. Es la más contundente metáfora del caos, el colapso y el escepticismo generados por la suspensión de líneas de Cercanías hacia el sur, dada la inseguridad de las obras del AVE. No hay barreras a las propuestas imaginativas para paliar la falta de transporte ferroviario. La suspensión del servicio puede prolongarse dos semanas y afecta a más de 100.000 personas diariamente.
Que el AVE llegue el 21 de diciembre próximo, fecha a la que se comprometió el presidente del Gobierno, es ahora lo de menos. La llegada de la alta velocidad a Barcelona tiene dificultades objetivas por las características del terreno y la densidad de obra pública en el corredor de Bellvitge hacia la capital catalana. De ello da idea que una inyección de cemento en las obras provocase el pasado sábado un desplazamiento de 30 centímetros de la pared del túnel de Ferrocarrils de la Generalitat, compañía que, a su vez, deberá suspender el servicio dos meses con una afectación de otros 60.000 usuarios diarios. Ése fue el colofón a 10 días en los que salieron hasta cinco socavones.
Se está viendo que en el subsuelo de Barcelona embarrancan todas las administraciones. En el túnel de metro del Carmel se hundieron las de los Gobiernos de CiU y del Tripartito. Y contra el subsuelo de Bellvitge han chocado las quillas de la Administración central: el rumbo lo puso el PP, y la ejecución, el PSOE.
La comparecencia de Zapatero el 31 de octubre en el Congreso pretende ser la respuesta a la irritación ciudadana por la vergonzosa situación de las infraestructuras ferroviarias. Pero también expresa la preocupación socialista, verbalizada ayer por José Montilla ante la Ejecutiva del PSC: buena parte de sus votantes del cinturón barcelonés son los afectados por este infernal y continuo caos, y las elecciones generales están a la vuelta de la esquina.
El servicio y la seguridad deben primar sobre los calendarios y sobre los intereses partidistas. Al ciudadano le importa una higa si hay o no foto inaugural de la llegada del AVE por imperativo de la jurisprudencia de las juntas electorales. La Administración debe multiplicar esfuerzos, prudencia y coordinación. Y explicar mejor por qué pasa lo que pasa.
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