Armando y Durero, pasto de las llamas en Holanda
Un incendio destruyó ayer en la ciudad holandesa de Amersfoort (en el centro del país) el museo de Armando, seudónimo de Hendrik van Dodeweerd y uno de los mayores expresionistas nacionales, que exponía 21 de sus cuadros y una escultura. El fuego acabó también con obras gráficas del maestro alemán del siglo XV Durero, y de otro compatriota más moderno, el surrealista Max Ernst, presentadas en una muestra paralela. Las llamas se propagaron con rapidez por la iglesia de Elleboogkerk, del siglo XIX, que albergaba el museo, y devoraron la cúpula y las torres. Una chispa procedente de las obras de reparación del tejado podría haber sido la causa del accidente.
El fuego alcanzó enseguida a dos edificios colindantes. Situado en la orilla de un canal, el Museo de Armando fue creado en honor del artista que fundó el Grupo Informal Holandés en 1960. Opuesto a las formas, la perspectiva o la estructura en el arte, dicho movimiento fue la versión extrema de la obra desarrollada en España por artistas como Antoni Tàpies. Aunque hay obras de Armando en museos internacionales, las que colgaban en el de Amersfoort habían sido elegidas por él como tarjeta de presentación de su trabajo más íntimo.
Obras irreemplazables
"Es un desastre", dijo ayer en pleno incendio Gerard de Klein, director del museo. El artista, informado por teléfono de que su trabajo desaparecía calcinado, se desesperó por la destrucción de las otras obras, "imposibles de reemplazar". Respecto a las suyas, se mostró más lacónico, aunque reconoció que suponía un golpe muy duro. "Es la vida, como se suele decir. Pero, claro, es muy triste. A lo mejor se puede restaurar el museo, aunque tampoco lo sé. Me llama todo el mundo para animarme. Una verdadera pena", dijo cuando lo supo. El museo fue inaugurado hace siete años, y en la muestra paralela a la colección permanente de Armando había obras gráficas de Durero y piezas de Max Ernst, Daubigny y del portugués Rui Chafes, entre otros.
Nacido en Ámsterdam en 1929, Armando es uno de los mayores artistas holandeses de la posguerra que han cultivado, además de la pintura, la escritura y el cine. Es también un buen violinista, que ha trasladado al arte sus experiencias de la II Guerra Mundial, que pasó precisamente en la ciudad de Amersfoort. Aunque las obras de otros artistas calcinadas ayer en el Museo de Amersfoort pertenecían en su mayoría a colecciones particulares, los primeros cálculos apuntan a que su valor rondaba los tres millones de euros.
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