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Los conflictos franceses

Los sindicatos mantienen el pulso con Sarkozy y prolongan un día la huelga

Los ferrocarriles no funcionaron y el transporte público paró en las grandes ciudades

Los sindicatos franceses ganaron ayer al Gobierno el primer asalto de lo que se configura ya como una larga batalla por la reforma de los regímenes especiales de pensiones, y una aún más dura guerra por la reforma del modelo social y laboral de Francia. El paro en los transportes públicos fue masivo. Los ferrocarriles públicos, prácticamente, dejaron de funcionar. El transporte urbano desapareció de las grandes ciudades. En París, tanto el metro como las líneas de cercanías dejaron de prestar servicio. El Ejecutivo no cede y las centrales están divididas sobre la extensión de la protesta a la jornada de hoy.

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Varios sindicatos han anunciado la extensión de la huelga al día de hoy, mientras que la Confederación General del Trabajo (CGT), la central mayoritaria en Francia y también en el sector del transporte, insiste en cerrar la jornada de protesta tras 24 horas. Una situación que abre una incógnita para los usuarios con vistas a hoy. En París todo parece indicar que se mantendrán los problemas. La red de transportes de la capital anuncia que el Metro solo funcionará a un 30% y de forma aleatoria. Lo mismo sucederá con autobuses y tranvías. Los ferrocarriles públicos avisan de que el tráfico de trenes seguirá "muy perturbado".

El Gobierno de François Fillon mantiene la calma y se mantiene firme. "No podemos ceder", dijo el portavoz, Laurent Wauquiez. El ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, se mostró dispuesto a discutir con los sindicatos. "La huelga no impide el diálogo", y la reforma de los regímenes especiales de pensiones "será progresiva", dijo, pero no cambió el objetivo contra el que han chocado varios Gobiernos y que es una de las promesas más repetidas del presidente, Nicolas Sarkozy, durante su campaña electoral. El recuerdo de las huelgas masivas de 1995, también contra la reforma de las pensiones, pesa sobre el Gobierno. El entonces primer ministro, el conservador Alain Juppé, tuvo que dar marcha atrás y acabó perdiendo el cargo.

La reforma afecta a 1,6 millones de trabajadores de los ferrocarriles públicos (SNCF), la red de transporte urbano de París (RATP), Electricité de France (EDF) y Gaz de France (GDF), así como a pequeños colectivos como los secretarios de notarías y otros, que para garantizarse una pensión completa deberán cotizar 40 años, en lugar de los 37 y medio que les corresponde ahora.

El Ejecutivo espera que el relativamente escaso apoyo popular a esta huelga desgaste a las centrales sindicales. La incipiente división entre los grandes sindicatos, conscientes de que les queda mucho por negociar, y algunas federaciones o sindicatos locales dispuestos a resistir hasta el final, muestra ya cual es la estrategia del Gobierno.

La casi nula movilización en el sector de la enseñanza pública o la poca visibilidad de la protesta en el sector de la energía explican la insistencia del secretario general de la CGT, Bernard Thibault, en hacer pedagogía sobre la importancia de la protesta, que no defendería los privilegios de unos pocos, sino que supondría el primer freno a una reforma más profunda que degradará las condiciones laborales y salariales de los franceses. La reforma de los regímenes especiales, dijo, es "un anticipo de una tercera reforma" que afectará a los sistemas de pensiones de todos los trabajadores. La segunda reforma fue la llevada a cabo en 2004 por el actual primer ministro en las pensiones de los funcionarios.

Las manifestaciones convocadas en numerosas ciudades de Francia tuvieron un éxito relativo en cuanto a participación -150.000 personas según la policía-, muy lejos de las que se llevaron a cabo contra la reforma del contrato laboral -el famoso contrato de primer empleo (CPE)- del primer ministro Dominique de Villepin. En el terreno político, la oposición socialista se mantuvo al margen, no en balde figuraba en su programa la supresión de estos privilegios y la igualdad entre todos los asalariados.

A nivel económico, la huelga tuvo un impacto importante a pesar de que aparentemente la situación en las calles era de normalidad. Fueron muchos los trabajadores que optaron por utilizar una jornada de fiesta de las que les proporciona la semana de 35 horas, lo que redujo la actividad. El tráfico rodado en los grandes ejes urbanos, sin embargo, fue tres veces más denso que el de un día normal. En los aeropuertos la situación fue "completamente normal", según fuentes oficiales.

Trabajadores públicos y del sector del ferrocarril se manifiestan ayer en Lille.
Trabajadores públicos y del sector del ferrocarril se manifiestan ayer en Lille.REUTERS

SISTEMAS DE PENSIONES

Sector público: pensión media anual de 24.000 euros; 37,6 años cotizados; 55 años para poder jubilarse

Sector privado: pensión media anual de 16.000 euros; 40 años cotizados; 60 años para poder jubilarse

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