El festival de Rita Barberá
La alcaldesa tiene un protagonismo en la Mostra insólito en el resto de certámenes
La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, es una estrella más de la Mostra de Valencia-Cinema del Mediterráneo. Una estrella que puede llegar a eclipsar con su gran despliegue a las estrellas internacionales pagadas por el festival para que brillen. En ningún otro festival español, el alcalde de la ciudad tiene un protagonismo tan prominente como el que goza la primera edil de Valencia.
No en vano, si el cine es el séptimo arte, Barberá es la "octava maravilla del mundo", según manifestó ayer la actriz Analía Gadé en la recepción matinal que brindó la alcaldesa a los artistas invitados a la posterior velada inaugural de la Mostra. Entre el público se hallaba el cantante Luis Aguilé quien logró acercarse en la escalera a la alcaldesa para susurrarle que debería ser "la presidenta del Gobierno". Llevaba una gorra muy parecida a la que portaba en el vídeo de promoción de Castellón, sufragado por la Diputación que preside Carlos Fabra.
Analía Gadé llama a Barberá "octava maravilla" y Luis Aguilé, "presidenta"
El acto tuvo lugar en el solemne Salón de Cristales del Ayuntamiento. Primero, la alcaldesa otorgó la insignia de la ciudad a los homenajeados españoles, Victoria Vera y Juanjo Puigcorbé, además de Gadé. Luego a los de fuera; Don Johnson y Raquel Welch, y también Patrick Wayne, el hijo del vaquero del cine por antonomasia. En un espacio destacado entre el público, algunos clásicos de la Mostra, como los actores Pepe Sancho y Silvia Tortosa, y también estaba presente el ex cantante de Parchís y columnista Enrique del Pozo.
Por la noche, todo cambió para que todo siguiera igual. El escenario, el Palau de la Música; los trajes, de gala; los protagonistas: los mismos, con algunas incorporaciones. La alcaldesa se sitúa de frente a la puerta de entrada, sobre la alfombra esta vez azul y saluda de nuevo (también lo hacen otros concejales) a las estrellas entre una nube de flashes como la gran anfitriona que es. Qui paga, mana.
Algunos veteranos del festival todavía recuerdan cómo el gran cineasta independiente americano John Sayles se quedó pasmado al ver el tinglado, se dio media vuelta y continuó su camino hacia la sala de proyección. Joan Collins, quizá para evitar cualquier mácula en su maquillaje, le ofreció la mano a la alcaldesa cuando ésta se disponía a darle un par de besos.
Barberá ha sugerido algunos de los ciclos del festival, sobre todo los centrados en actores españoles, si bien no se le conoce una especial afición cinéfila. Siempre ha exigido alguna estrella a los directores del certamen, sin importar que no guarden ninguna vinculación con el Mediterráneo, especialidad del festival. Eso sí, hay que pagar. Y a algunos como a Gerard Depardieu, a toca teja y nada más aterrizar, si no, no aparecía por la gala, ni saludaba a la alcaldesa.
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