Cataluña en la Feria de Francfort
El sábado 6 de octubre, el suplemento cultural de este periódico estuvo íntegramente dedicado a la cultura catalana, dando una preponderancia casi absoluta a la literatura catalana (es decir, a la escrita en catalán). Frente al griterío demagógico -político y periodístico- que ha hecho de la Feria de Francfort un pretexto más para retroalimentar un discurso de convivencia crispada entre los españoles, esa entrega de Babelia fue un magnífico ejemplo de la riqueza que supone para todos la convivencia en nuestro país de tradiciones literarias distintas. ¿No es mejor sumar que restar? Leer a Andrés Trapiello haciendo suyo a Josep Pla o a Justo Navarro reivindicando la poesía de Gabriel Ferrater es una prueba de normalidad a la que por desgracia estamos demasiado poco acostumbrados. Lo habitual, en la prensa y en las aulas, es la indiferencia que corroe y aleja. El riguroso Viaje a la cultura catalana (así se tituló el monográfico), por el contrario, hace más por nuestra unidad en la diversidad que el griterío patriótico que se contenta reclamando banderas y que con su ruido furioso impide que día tras días podamos entendernos.- Jordi Amat.
Entablar una discusión acerca de qué se entiende por cultura es lo más parecido a entablar una discusión bizantina; hay multitud de definiciones al respecto. Si también incluimos en la misma el tema de la lengua, nos convertiremos en vociferantes defensores de tomas de postura y de juicios de valor.
Si la Feria de Francfort fuese sólo un asunto privado no tendría ninguna importancia el que asistiese uno u otro autor que escribiese en una u otra lengua; sin embargo, una feria costeada con dinero público (12 millones de euros, según creo), dinero que pagamos todos, tanto los que se sienten vinculados a la visión oficialista de la cultura catalana, como los que no, debería contar con toda la cultura que se hace en Cataluña y no sólo la que se supone que exhibe la singularidad catalana, porque si no es así es como si la Generalitat sólo gobernase para aquellos que encajan en la verdadera cultura catalana. Como siempre, estos planteamientos excluyentes nos hacen perder una buena oportunidad para dar a conocer a la verdadera Cataluña cosmopolita, mestiza y abierta al mundo.
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