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El conflicto de Oriente Próximo

EE UU afirma que Israel atacó un reactor nuclear en Siria

El objetivo del bombardeo israelí del 6 de septiembre sobre el norte sirio fue una planta atómica en construcción, según la Casa Blanca

El ataque de la aviación israelí sobre Siria del pasado 6 de septiembre fue dirigido directamente contra un reactor nuclear en construcción, similar a uno de los que ha servido a Corea del Norte para desarrollar armas atómicas. Fueron los servicios secretos de EE UU e Israel, la CIA y el Mosad, los que concluyeron que los sirios habían puesto en marcha un ambicioso programa nuclear y los que facilitaron la información que justificó el ataque.

La identificación del objetivo, revelado por los informes de la operación militar obtenidos por The New York Times, demuestra que Israel realizó el ataque para dejar clara su determinación de destruir cualquier intento, o incluso atisbo, de un país vecino de desarrollar un programa nuclear. En el seno de la Administración de Bush hubo división de opiniones respecto de si el ataque fue o no acertado. Incluso altos cargos que pudieron haber visto justificado el bombardeo lo han considerado prematuro.

En la Administración de Bush hubo división sobre si el ataque fue una decisión acertada
El servicio secreto de EE UU cree que el reactor sirio era de origen norcoreano

El bombardeo contra la instalación siria recuerda al que los israelíes llevaron a cabo en 1981 contra el reactor atómico iraquí de Osirak, poco después de que éste empezara a funcionar. El ataque fue condenado por el Gobierno de Ronald Reagan pero muchos años después, apenas unas semanas antes de que comenzara la guerra de Irak en 2003, la Administración de Bush celebró aquel bombardeo arguyendo que había supuesto un revés para las aspiraciones nucleares del dictador Sadam Husein.

Un miembro del Gobierno israelí, que se negó a hablar del objetivo del ataque, dijo que el bombardeo era "para reafirmar el poder bélico de Israel", dejando entrever que el Estado hebreo le ha enviado a Siria el mensaje de que no tolerará que desarrolle un programa nuclear, sino que de paso también advierte a Irán de que no le permitirá bajo ningún concepto desarrollar su programa atómico. En cualquier caso, el ataque israelí causó gran revuelo en Washington. Tanto la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, como el secretario de Defensa, Robert Gates, no disimularon su preocupación mientras analizaron el asunto con sus colaboradores más cercanos.

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A diferencia de lo que sucedió en el caso de Irak, en el de Siria la construcción del reactor estaba en una fase inicial que siembra todo tipo de dudas: no se podrá saber ya con exactitud si el modelo era de origen norcoreano y si iba a tener o no la capacidad de producir uranio para armas nucleares o si sólo iba a servir para generar electricidad. El secretismo es tal en Washington que apenas unos altos cargos han tenido acceso a los informes y, en Israel, se ha impedido a la prensa publicar cualquier información al respecto.

Auque Siria ha firmado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TPA), no está obligada a informar acerca de la construcción de una central nuclear en las etapas iniciales del proyecto. Damasco tiene, además, el derecho a completar la construcción del reactor si prueba que es sólo para producir energía eléctrica. En la única mención pública que hizo sobre el asunto, el presidente sirio, Bachar el Asad, reconoció que había habido un bombardeo, pero que éste había sido contra instalaciones "militares" que estaban en "desuso".

Siria sólo tiene un pequeño reactor nuclear sin capacidad para convertirse en una amenaza y que se utiliza para hacer algunos experimentos y estudios. El país ha intentado en varias ocasiones hacerse con la tecnología para construir un reactor. Primero negoció con Argentina y después con Rusia, pero sus planes siempre se han estrellado contra la negativa de Israel a permitirlo.

El presidente sirio, Bachar el Asad (centro), reza en la mezquita de Khaled bin al-Walid, en la ciudad siria de Homs.
El presidente sirio, Bachar el Asad (centro), reza en la mezquita de Khaled bin al-Walid, en la ciudad siria de Homs.AP

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