El mapa de Najwa
Su agenda es una maraña. Las citas para la promoción de dos películas se enredan con los ensayos y conciertos de Najwajean. Una década después de su estreno discográfico se sube por primera vez al escenario junto a Carlos Jean. Si todo va bien, habrá disco nuevo en febrero. Quiere más, advierte.
En el centro del huracán está el ojo. Allí, rodeada de vientos salvajes y restos de la destrucción, reina la tranquilidad. Puede que dure un solo instante, antes de que la tormenta se desplace; puede que si eres capaz de moverte a su misma velocidad, disfrutes la calma más tiempo. Najwa Nimri parece abocada a esa comparación: es una borrasca que protege en su centro ese espacio propio de sosiego. Rodeada por periodistas, productores y gente del cine en general que corren por el vestíbulo del hotel María Cristina, la actriz y cantante come en mitad de un día de promoción, en el Festival de Cine de San Sebastián, de su último estreno, Mataharis, de Icíar Bollaín. Nimri come con palillos platos del restaurante asiático. En el gesto de los palillos, de no dejarse doblegar por las prisas ?en una hora debe volver a la suite a seguir charlando de lo divino y de lo humano?, esconde ese esfuerzo por salvaguardarse un rato más en el ojo del huracán.
En realidad, como toda intérprete que promociona sus películas, le toca en estos momentos hablar de sus dos últimos rodajes, cuando su mente está ahora con la música, con los ensayos y actuaciones que han resucitado este verano el dúo Najwajean, que completa el productor y músico Carlos Jean. Hace una década irrumpieron y menearon el pop electrónico con el álbum No blood, y, como celebración, el pasado mes de junio se editó Najwajean 10 years later, un disco con versiones y remezclas de los temas viejos junto a dos canciones que no grabaron en 1997. Najwajean nunca llegaron a actuar en directo, y ahora sí han afrontado el reto: el verano y el otoño han convertido la agenda de Nimri en una libreta repleta de anotaciones que señalan los conciertos y las promociones de Mataharis y Oviedo Express, en un entrecruzado de actuaciones, certámenes, entrevistas y preparación de trabajos futuros. Los palillos empujan el arroz, Najwa Nimri, pamplonesa, de 35 años, comienza la charla ?puntillosa, en la que en cada respuesta se detiene para encontrar las palabras precisas? y la tranquilidad invade la mesa.
Su ritmo de dos filmes al año, ¿sirve para compaginar sus dos carreras?
No me había dado cuenta de esta cadencia [desde el año 2000 cada uno ha traído dos estrenos de Nimri, salvo el intervalo 2002-2003]. Desde luego no es buscado. Sólo he estado una vez en una película en mi vida por necesidad, el resto siempre han sido buenos guiones y gente con la que me apetecía trabajar.
Entre ellos está 'Mataharis', con detectives que también son mujeres, personas con necesidades, miserias y una batalla por compaginar vida personal y profesional.
A Icíar la conocía desde Te doy mis ojos. Hice las pruebas; sin embargo, Icíar quería alguien más derruido. Con Mataharis también hice una prueba, y otra, y otra hasta que gané el personaje de Eva.
¿Lo que más le cuesta, más lo disfruta?
Sí. Eva me ha costado trabajo porque me resulta más sencillo construir personajes rocambolescos y muy desgraciados que cotidianos. Que el público se crea que soy madre de dos hijos, que doy crema a un bebé, suponía para mí un esfuerzo. Tengo un hijo. Comprendo el lío que te da una personita nueva ?mi hijo es la persona que más me gusta del planeta?. Y luego estaba la voz.
Ha dejado de lado su característico susurro.
He luchado por proyectar la voz. He creado una mujer con una voz potente [ahueca su timbre y pone tono machote entre risas].
¿Espió a detectives igual que lo hacen ellas?
Sí, pero no. Porque lo más importante de este papel es el conflicto de confianza que tiene con su pareja. En realidad, Mataharis muestra que confiar es una decisión activa. Confío, hoy confío.
El otro estreno de Nimri, Oviedo Express, la ha transportado al riquísimo imaginario de otro grande, Gonzalo Suárez. En mitad de una noche cerrada de Oviedo, un tren trae a la capital asturiana a una compañía teatral que va a representar La regenta. Carmelo Gómez, Aitana Sánchez-Gijón, Maribel Verdú o Jorge Sanz acompañan a Najwa Nimri, que ejerce de cronista oficial de la ciudad y amante secreta del alcalde. Las comparaciones son odiosas, asegura la actriz, pero Suárez y Bollaín son tan diferentes, que aportan un matiz de divertimento. "Con Gonzalo parece que en cualquier momento puede pasar cualquier cosa. Créeme. Hasta que un barco atraviese el plató. Se le pasan por la cabeza 400.000 cosas al minuto que además es capaz de filmar. Tienes la sensación constante de sorpresa? y de juego. Es muy divertido rodar con él. Un tío encantador, superimaginativo".
Y este año también los directos y la vuelta con Carlos Jean. ¿Por qué nunca hicisteis conciertos? ¿Y por qué la separación?
Es la primera vez que cuento con una banda contundente. Sales al escenario con gente que te entiende. Es la diferencia entre no hacer música y hacerla. Con el grupo que me acompañaba antes tuve problemas logísticos, de agentes. Hubo cosas que enturbiaron nuestro desarrollo. En este caso, desde que arrancamos, todo ha sido coser y cantar. El próximo disco lo tendremos listo en febrero y estamos probando los temas en los directos. Es la primera vez que deglutimos, trituramos los temas y nos despegamos tanto del ordenador.
'Najwajean 10 years later' provoca sensaciones enfrentadas de viejo y nuevo. Y también ganas de saber hacia dónde van a tirar.
Guitarras eléctricas, más rockera. Pop rock, power pop, no sé cómo llamarlo. Ayer vi a PJ Harvey en la tele cantando uno de sus nuevos temas con un arpa y jugando con su voz, y me quedé? ¿La línea que seguiremos? Canciones con fuerza, mensajes poco optimistas, algunas letras políticas. Será un disco visceral, acústico, crudo a ratos. Espero que algunas canciones vayan desnudas.
¿Mejor sola o en grupo?
Volveré a sacar discos sola [ha editado tres], pero con Carlos me entiendo muy bien. Crecemos juntos. Por mi parte, y también por la suya, tengo un gran deseo de crear banda. Estoy disfrutando muchísimo de esta etapa de directo. El público se lo pasa bomba, quiere que hable más en el escenario, yo no sé hacerlo y se descojonan. Huimos de la música cóctel, de lo que podría haber derivado No blood. Éramos muy canis. Radiohead y otros grupos crean así sus álbumes, y aprovechando la lentitud de las discográficas, lo estamos disfrutando.
¿Un buen momento?
Sí, aunque no creo en el "virgencita, que me quede como estoy". Soy una pesada. A veces sí que estoy con mi hijo [Teo, de tres años] y pienso: la vita è bella. Estoy feliz. Me gusta lo que estoy generando. No tengo una meta determinada, si la tuviese probablemente iría más rápido. Pero, eso sí, yo quiero más.
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