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Reportaje:El primer desfile latino en Madrid del 12 de octubre

Carlos Vives es invencible

El rey del vallenato triunfa ante el son, la batucada y el rap

Sonaron los primeros compases de La gota fría y las decenas de asistentes que se agolpaban en la esquina de la plaza de Atocha con el Paseo del Prado empezaron a aullar de devoción. Acababa de irrumpir en escena Carlos Vives, monarca del vallenato, que arengaba a la concurrencia: "Bolivia, Honduras, ¡Colombia!, ¡Éste es el cariño de España con su gente de América!" Gafas de sol y rizos al viento, Vives danzaba a lomos de la carroza estrella de la Marcha del hermanamiento de los pueblos latinoamericanos, una procesión con artistas y grupos folclóricos que se celebra cada 12 de octubre desde hace años en ciudades como Nueva York y que ayer llegó por primera vez a Madrid.

Como animadores de saraos, los brasileños juegan en una liga propia. La decena de chavales de los Niños de Candeal armaron una batucada irresistible desde la otra gran carroza de la tarde. Entre mocosos tamborileros y un guitarrista de unos 15 años que se marcó un riff a lo Jimi Hendrix, el grupo avanzó ante los centenares de personas reunidas desde Atocha hasta Cibeles.

Al llegar a la altura de la carroza del colombiano, dar un paso era imposible
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Eran esos mismos chicos que salieron de las favelas de Salvador de Bahía gracias a los esfuerzos de la escuela de música Lactomía, fundada por uno de los hijos ilustres de la ciudad brasileña, Carlinhos Brown. "No lo sabía, pero no importa. Tocan fenomenal", sonreía Laura, de 27 años, que agitaba una banderola brasileña. Era una más de las cientos de enseñas que inundaban el bulevar del Prado, desde Chile a México, pasando por la República Dominicana, Honduras y Paraguay. Aunque, sobre todo, predominaban el rojo, azul y amarillo, es decir, los colores que comparten las banderas de Ecuador, Colombia y Venezuela.

La comunidad cubana también se empeñó en mantener su reputación festiva. "¡Y todo el mundo con las manos arriba!", vociferaba el vocalista de Los Van Van, la banda señera de la timba cubana, liderada por Juan Formell. Ellos abrieron la marcha con la primera carroza, unos minutos antes de las seis de la tarde. La gente tenía ganas de baile y el son combinado con jazz de Formell y compañía llegó oportuno.

La cosa prometía. Con Anda ven y quiéreme uno se hacía a la idea de por qué es esta una banda de referencia en Cuba desde hace décadas. Pero al llegar a la altura del Jardín botánico, los cubanos daban las primeras muestras de flaqueza. "¿Ustedes no están cansados? ¿No trabajan mañana? ¡Nosotros, sí!", suplicaban. Aun así concedieron: "a ver, vamos con una sabrosa".

El que avanzaba imperturbable era Vives. Por el Paseo se podía caminar cómodamente hasta que uno llegaba a la altura de la carroza del colombiano. Entonces dar un paso era imposible. Y si uno se quedaba quieto corría el riesgo de ser arrollado por un pelotón de seguidoras que no reparaba en si lo que se llevaba por delante era un joven o una anciana. Mientras, Vives lanzaba sonrisas de ganador ajeno a los codazos. Indescriptible su indumentaria, salida de la pesadilla de un obseso del patchwork.

La cuarta carroza difundía el proyecto musical cobijado en al álbum Sonydo Urbano, una colección de 12 temas compuestos por otros tantos intérpretes de ritmos de calle, como el rap, el reggaeton y el rythm and blues, desde Paula Domínguez a Choco Bros, que han incluido uno de sus temas en la banda sonora de Yo soy la Juani. No cuajó la propuesta de la carroza de cola, que quedó rezagada tras Vives. El gentío ya sólo tenía ojos para los requiebros de Vives, que se erigió como gran triunfador de la noche.

Actuación de un grupo folclórico boliviano en el paseo del Prado.
Actuación de un grupo folclórico boliviano en el paseo del Prado.CLAUDIO ÁLVAREZ

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