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La revolución de las descargas rápidas

Los nuevos programas de intercambio de archivos y los sistemas de alojamiento en páginas 'web' ponen en jaque a la industria de contenidos

Ramón Muñoz

Pese a sentencias como la que dictó la semana pasada un jurado de Estados Unidos condenando a una internauta a 126.000 euros por compartir canciones en la red, el intercambio de archivos por Internet, el P2P, goza de buena salud. Su éxito es tan imparable que ya ha surgido una nueva generación de programas y sistemas de descargas que está poniendo, una vez más, en jaque a las discográficas, los estudios cinematográficos y, en general, a la industria de contenidos.

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Se trata, por un lado, de nuevos programas de P2P (del inglés peer to peer o entre iguales), mucho más sencillos, rápidos y seguros que los tradicionales como Emule o Bittorrent o Kazaa. Programas como Ares o Azureus están haciendo furor entre los usuarios menos familiarizados con la informática. Con otros se puede ver la película sin necesidad de descargas (Sinlamula.com o Peliculasonline.net). Pero lo último en descargas son los llamados sitios de alojamiento, desde donde los usuarios pueden bajarse directamente todo tipo de archivos, desde películas, canciones o videojuegos.

No se trata ya de P2P, porque no existe ningún intercambio de archivos entre usuarios sino puras descargas, desde el enlace al ordenador. Hay cientos de páginas web dedicadas al alojamiento de archivos, aunque entre las más famosas y profesionalizadas están Rapidshare, Sendspace, Megaupload o Filefactory.

Una de las mayores diferencias con los tradicionales programas de P2P es que estas páginas se financian por publicidad o, directamente, por el cobro de una cuota porque casi todos ellos ofrecen dos tipos de utilización: el gratuito y el de pago o premium. En el primero se limita tanto la capacidad de descarga como la velocidad, y no se garantiza la calidad del contenido, por lo que casi todos los usuarios optan por el pago, El abono anual a Rapidshare, firma radicada en Suiza, cuesta, por ejemplo, 54,99 euros.

Las sociedades de gestión de derechos, como la española SGAE, no han tardado en poner el grito en el cielo porque consideran que estos sitios, a diferencia del P2P (al que también combaten), tienen un flagrante ánimo de lucro. Según estas sociedades, no sólo se violan los derechos de propiedad intelectual sino que, en algunos casos, se comete una estafa.

"El Emule me daba pereza. Para empezar hay que ser un experto para configurarlo, abrir los puertos, desbloquear el cortafuegos, buscar buenos servidores y luego, cruzar los dedos para que funcione. Con el Ares no tengo esos problemas y va mucho más rápido", dice Jorge, de 26 años, técnico en electromedicina.

Una prueba realizada desde el mismo equipo con conexión ADSL de 3 Mbps parece darle la razón: la descarga de la película Azuloscurocasinegro de Daniel Sánchez Arévalo en Ares tardó una hora y cuarto; en Emule, 13 horas y veinte minutos; el álbum Premonición de David Bisbal, cuatro minutos y medios, en el primer sistema y 37 minutos en el segundo.

Ares nació en 2002, pero comenzó su despegue en 2005, cuando se convirtió en un programa de software libre para evitar problemas legales. Nadie sabe a ciencia cierta sus cifras de usuarios pero se estima que supera los cinco millones en el mundo. En España, donde su uso ha comenzado a ser popular apenas hace un año, ha superado ya los 200.000 usuarios, aún a cierta distancia de papá Emule, que tiene en torno a un millón. Una de las ventajas de este y otros programas es que el comienzo de las descargas es mucho más rápido y que la interfaz gráfica es muy sencilla, similar a la de programas como Windows Media o RealPlayer. Su punto débil: sólo cuentan con contenidos relativamente recientes.

Las descargas a través de páginas de alojamiento son algo más complicadas para el usuario. Para empezar por su gran proliferación, ya que utilizan blogs y foros para alojar los archivos. Por eso, en muchos casos son lentos, y en otros no funcionan porque son utilizados para colgar publicidad sin contenido real. Además, los archivos más pesados -vídeos o programas- están alojados en varias partes, por lo que se necesita descargarse un programa informático para pegarlos.

De ahí que los usuarios recurran a abonarse a los más populares mediante el pago de una cuota. Una vez instalados, pueden ser, con diferencia los más rápidos. Una película disponible comercialmente en DVD tarda apenas 20 minutos en bajarse. "Es tan sencillo como poner en el Google el nombre de la película que quieres seguido de rapidshare. Y te salen las páginas con los enlaces. Una vez que te familiarizas, es lo más rápido. Y no tienes que tener el ordenador encendido todo el día", dice Lorenzo, de 35 años, periodista, en una web.

Pese a la polémica y las demandas, las descargas viven su segunda edad de oro. Los datos (Red.es) lo corroboran; en el último año, el P2P ha crecido más de seis puntos y lo practica el 31,8% de los internautas.

Página <i>web</i> Rapidshare.
Página web Rapidshare.GORKA LEJARCEGI

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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