¿Matrimonio o divorcio?
El fugaz saludo entre nuestro presidente de Gobierno y el de Estados Unidos revela la escasa compenetración y simpatía entre ambos y sirve para tomar la temperatura a las relaciones de los dos países, a través, de sus dos cabezas dirigentes. Sobra decir que Estados Unidos es el país predominante en el mundo y el más importante centro de decisiones y, por tanto, ir en contra o a favor de él recae en consecuencias inmediatas.
Temo que la ideología zapateril sea un impedimento a la hora de aproximarse a Bush, a la vez que no le sería rentable electoralmente proyectar una imagen de sintonía con el presidente norteamericano. Las ideologías sobran, los intereses unen, pues podemos tomar como precedente útil la relación que mantuvo Felipe González, en sus años de presidente del Gobierno, con el presidente Ronald Reagan, un conservador duro que se le podía acusar de todo menos de simpatizante de izquierdas. A simple vista los abismos parecen evidentes pero la relación a nivel personal y, por consecuencia, a nivel de Estados, fue fructífera y correcta a pesar de las discrepancias (reducción del personal militar americano, renovación del uso de las bases militares en territorio español, referéndum sobre la OTAN,...), que no se buscan sino que surgen en el marco diplomático de las relaciones entre países. También se puede aplicar la misma situación a la presidencia de Bush padre, que aceptó celebrar una conferencia de paz en Madrid, en el año 1991, entre palestinos e israelíes, junto al premier soviético Gorbachov. Un éxito diplomático para España.
Zapatero no hará muchos esfuerzos en congraciarse con EE UU, a pesar de los desaires pasados y no gracias a ellos se va a conseguir una intensificación de las relaciones bilaterales, que funcionan, pero que siempre podrían ir a mejor.
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