Un amigo
Sabes bien, querido Charly, -tú que has compartido conmigo tantas horas de micrófono y de mesa de redacción, tantas horas de vida- que no me gustan los homenajes póstumos ni las palabras huecas. Por eso, ayer por la mañana, cuando entré en antena en el programa de Carles Francino para hablar de ti, mi amigo entrañable, pensé que lo mejor era recuperar la carta que te envié el pasado 21 de agosto, cuando aún peleabas contra ese maldito cáncer que ha segado tu vida, a los 52 años.
Te escribía entonces, y hoy lo he compartido con los oyentes de la SER, que "rememoro mil y una anécdotas de ese personaje entrañable que se llama Charly, que me honra con su amistad. Al que conocí un día detrás de la taquilla de un polideportivo municipal. Quién me iba a decir a mí, a punto de cumplirse los 25 años de aquel encuentro, que estaba delante de todo un personaje radiofónico, clave para interpretar la actualidad y la información de este país en las dos últimas décadas".
Charly: recuerdo que cuando te leí esa carta por teléfono, antes de enviártela, te emocionaste. Ayer, yo mismo, que sabes que no soy de lágrima fácil, también tuve dificultad para terminarla. Te dije entonces, y me alegra recordarlo ahora, pese a las circunstancias, que "jamás te he visto pisar un solo callo para ser algo o alguien en el periodismo. Ambición, cero. No te hacía falta (...) Nos fuimos juntos a la SER; empezamos juntos tu aventura de Hora 25 ¿Cuántos enfados y peleas no hemos tenido tú y yo? ¿Cuántas veces nos hemos sacado de quicio mútuamente? Eran famosas nuestras disputas en la reunión de las tardes en la SER, preparando el informativo Hora 25 por el que te quiere media España y te has llevado un Ondas".
Sólo te recriminé en público una vez -te lo ponía en la carta de agosto- y fue cuando comentaste en una reunión de amigos "que todo lo que eras se lo debías a dos personas. Y me citabas entre ellas". Charly, por si no te quedó claro en aquella ocasión: todo lo que eres, todo lo que has sido, se lo debes en primer lugar, en segundo y en tercero... a ti mismo. Y luego, a nadie más.
La otra noche, unas horas antes de esta despedida que todos temíamos, me hablaste del miedo a la muerte. Yo, Charly, voy a recordarte no sólo como al gran profesional de la radio, sino como al hombre apasionado que has sido: rojiblanco en el fútbol, cabezón en las opiniones, refunfuñón en la discrepancia, romántico de puertas adentro, orgulloso de ser de pueblo: siempre proclamaste que eras un zamorano de Muelas de los Caballeros. Entrañable siempre.
No me gustan las citas, pero si quiero rescatar excepcionalmente una para ti, querido Charly, en este año de celebraciones machadianas en que nos has dicho adiós. En el noble oficio que hemos compartido, el periodismo, por encima de las noticias, de los datos, de las falsas urgencias...están los seres que, como tú, han peleado hasta el final por ser buenos, en el noble y buen sentido de la palabra bueno. Charly, tenía razón el viejo don Antonio, tan certero en sus versos: "De toda la memoria, sólo vale /el don preclaro de evocar los sueños".
Un abrazo.
Luis Fernández es presidente de la Corporación RTVE
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