Huérfanos de Brooklyn
Distinguida con el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance de 2006, Padre nuestro, ópera prima del norteamericano Christopher Zalla, se abre y se cierra con imágenes que, de manera nada casual, funcionan como reflejos especulares: un personaje huye de sus perseguidores. En el centro de la trama ha habido una vampirización, una suplantación de identidad que, de hecho, no ha sido sino la apropiación de un destino que ya se adivinaba torcido.
No es Padre nuestro una película cómoda, ni especialmente gratificante, pero sí es un trabajo con una rigurosa e inusual apuesta de estilo -oscura, irrespirable- y con una considerable habilidad para romper las expectativas del espectador. Un joven mexicano, llegado a Nueva York de forma ilegal en busca de su padre, pierde su identidad y su propósito en manos de un compañero de viaje de apariencia amigable. Padre nuestro se convierte, así, en la crónica de tres derivas existenciales que confluirán, de forma trágica, en las zonas marginales de un severo entorno urbano cuya descripción cuestiona toda idea de integración.
PADRE NUESTRO
Dirección: Christopher Zalla. Intérpretes: Jesús Ochoa, Jorge Adrián Espínola, Armando Hernández. Género: drama. Estados Unidos, 2006. Duración: 110 minutos
Pedro (el ingenuo perdido en la jungla urbana), Pedro (el impostor) y Diego (el padre que resulta no ser propietario de restaurante, sino aislado lavaplatos), los tres vértices de un triángulo de ángulos muy desesperados, se mueven como animales heridos, dispuestos a aliviar su soledad estableciendo vínculos afectivos que son pura supervivencia, espejismo o potencial autodestrucción.
Dentro de una trama con algún que otro pie forzado, Magda, toxicómana, prostituta ocasional y feroz animal urbano, se convertirá en involuntario nexo de unión entre los dos recién llegados que han intercambiado sus papeles para desembocar en el mismo callejón sin salida.
La cámara de Zalla se acerca con tan poco pudor a sus personajes que permite oler su desamparo, intuir sus debilidades y temer por un destino que la desolada paleta cromática de la película pone demasiado en evidencia. Se agradece, no obstante, que su mirada no sea paternalista y que sus maneras, capaces de convertir una presunta película social en un thriller sin preaviso, estén intoxicadas por el influjo de la buena literatura realista americana.
Babelia
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