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Musharraf y Bhutto ultiman un pacto para compartir el poder

El presidente de Pakistán retira los cargos de corrupción contra la ex primera ministra

La decisión del Gobierno paquistaní de retirar los cargos por corrupción que pesan sobre la ex primera ministra Benazir Bhutto y el nombramiento del sucesor del general Pervez Musharraf al frente del Ejército revelan que el presidente y Bhutto ultiman el pacto para compartir el poder en Pakistán. El general Ashfaq Pervez Kiani, ex jefe de los servicios secretos, ha sido designado al mando del Ejército si Musharraf logra ser reelegido el sábado, informó la BBC.

Kiani, ex jefe de los servicios secretos, dirigirá el Ejército si Musharraf logra la reelección
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Musharraf amnistía a Benazir Bhutto un día antes de las elecciones en Pakistán

La amnistía allana la vuelta de Bhutto a Pakistán, prevista para el próximo día 18, y era una de las condiciones impuestas por la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP) para que sus diputados no boicoteen las elecciones presidenciales, convocadas para este sábado. Precisamente ayer, dimitieron 86 diputados de los 342 de la Asamblea Nacional -todos los de la oposición, a excepción de los 81 del PPP-, que consideran la candidatura de Musharraf "ilegal e inconstitucional" porque sigue luciendo el uniforme militar.

Los votantes de las presidenciales son los miembros de la Asamblea Nacional y de las cuatro asambleas provinciales, en las que el partido fundado por el general Musharraf, la gobernante Liga Musulmana de Pakistán-Q (PML-Q), tiene mayoría. Sin embargo, la creciente impopularidad del presidente podría jugarle una mala pasada. De ahí, la necesidad de intentar asegurarse el voto de los diputados del PPP, el mayor partido de Pakistán.

"Éste es el primer paso para desacreditar el proceso electoral", dijo el diputado y antigua estrella del críquet Imran Jan al abandonar la Cámara.

El anuncio de que Kiani -jefe del poderoso ISI (Servicio de Inteligencia Interior) desde 2004 hasta hace un mes- se hará cargo del mando del Ejército si Musharraf es reelegido presidente, cumple también en cierta medida la exigencia de Bhutto de que abandone el uniforme, si bien la ex primera ministra quería que lo hubiera hecho antes de la votación.

Kiani, con buenas conexiones con Estados Unidos -país promotor de las negociaciones entre Bhutto y Musharraf, ante la necesidad de dar un tinte democrático a su principal aliado- participó en las conversaciones secretas para la firma de un pacto que permitiría al presidente y a la ex primera ministra compartir el poder.

La líder del PPP, primera ministra de 1988 a 1990 y de 1993 a 1996, y autoexilada en 1999, se reúne hoy en Londres con la plana mayor de su partido para adoptar una postura definitiva para las presidenciales y para la eventual consecución de un pacto con Musharraf. Entre las condiciones exigidas por Bhutto y no cumplidas hasta el momento se encuentra la reforma constitucional para permitir un tercer mandato a los jefes de Gobierno. La actual legislatura concluye el próximo 15 de noviembre, por lo que las elecciones generales serán a más tardar a primeros de enero.

El Tribunal Supremo -que mantuvo un duro enfrentamiento con Musharraf cuando éste decidió el pasado marzo destituir a su presidente, Iftikhar Mohamed Chaudhry, a quien los jueces restablecieron en el cargo cinco meses después- dio luz verde la semana pasada a la candidatura del general para la reelección. Otros dos candidatos presidenciales presentaron ayer nuevos recursos ante el Supremo contra la legalidad de que Musharraf se presente a los comicios manteniendo el cargo de jefe del Ejército.

Por otra parte, el Tribunal Supremo ordenó ayer al Gobierno que reabra la Mezquita Roja de Islamabad, cerrada desde el asalto a este centro religioso, que incluye una madraza o escuela islámica. Las fuerzas de seguridad lo cercaron y lo asaltaron dos semanas después de que se encerraran en la mezquita varios centenares de radicales, que exigían que las leyes paquistaníes se adaptaran a la sharía (ley islámica). Fuentes oficiales reconocieron un centenar de muertos en el asalto, aunque la oposición islámica asegura que hubo 300 muertos.

Kiani (izquierda), detrás de Musharraf, en un acto en agosto en Islamabad.
Kiani (izquierda), detrás de Musharraf, en un acto en agosto en Islamabad.AP

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